Puedo señalar exactamente el momento en que conocí a Pato. Recuerdo que fue casi un mes después de llegar a Australia y que estaba en algún pub con un grupo de gente del colegio.
Me sentí un poco incómoda porque todo era nuevo para mí, mientras hablaba con un compañero de clase una pareja se sentó frente a mí, en ese preciso momento llegó mi nuevo compañero de piso y me dijo “Annie déjame presentarte a mi primo José y a su novia Patricia”. Cuando les estreché la mano y les dije “encantada de conoceros” nunca imaginé que iba a ser un verdadero placer.
El tiempo pasó para nosotros
Un año después, entre risas y bromas, recordamos esta fecha como si fuera ayer. Nuestra amistad ha crecido a lo largo de todo este nuevo camino para los dos. No ha sido fácil adaptarnos a una nueva cultura, aprender un nuevo idioma y, sobre todo, asistir al cambio repentino de toda nuestra vida.
La experiencia de vivir en el extranjero y estar lejos de casa ha dejado una huella importante, por eso vivimos cada día como si fuera el último porque esta etapa de nuestras vidas acabaría en algún momento.
Durante esa primera charla que tuvimos, Pato me dijo que le encantaría volver a hacer un viaje por la costa.
Me pareció un poco curioso y luego me volvió a decir que era algo muy importante para ella y que me había elegido como único compañero de viaje. Irónicamente acepté y agradecí su invitación.
Ella me miró fijamente e insistió en que quería que ese viaje fuera especial y significativo para los dos. Entonces comprendí la importancia de esta idea para ella, dejé de lado todos mis sarcasmos y le dije con fuerza que todo iba a ser inolvidable.
Comienza el viaje
El martes 23 de junio comenzamos nuestro viaje por la carretera de la Costa; una ruta turística preciosa que comenzaba en Bondi Beach y llegaba hasta Cogee. Llegar allí fue sin duda un momento encantador; vimos el mar cristalino con todas esas increíbles olas y a los surfistas amateurs jugando alegremente, esos chicos que siempre están buscando el momento perfecto para mostrar su estilo y habilidades.
Caminamos por los acantilados, tomamos algunas fotos y ciertamente apreciamos los diferentes contrastes.
Ese sendero está conectado con diversos escenarios que como por arte de magia conducen a un camino rodeado de hermosas e impresionantes rocas, que como resulta va perfectamente con esos hermosos y verdosos parques. Es imposible ignorar sus majestuosos paisajes donde las rocas, el mar y las montañas se entrelazan perfectamente.
Asimismo, los peatones pueden entender un poco de la historia de Australia gracias a los pequeños carteles que hay por todo el lugar y que cuentan hechos importantes sobre los aborígenes antes de la conquista inglesa. Al mismo tiempo, en los alrededores de esta zona también se encuentra un enorme y singular cementerio.
A pocos pasos
Tras cruzar Bondi nos acercamos a la playa de Tamarama y en ese preciso momento Patricia y yo recordamos la exposición Sculpture by the Sea que tuvo lugar el pasado mes de noviembre. Un hermoso lugar donde la piscina creativa del artista dio forma a una magnífica galería al aire libre. Donde el artista se robó toda la atención. También observamos a todas las familias jóvenes jugando alegremente en la playa, las barbacoas humeantes alrededor y algunos amantes de los libros leyendo tumbados en el suelo.
Más tarde, a pocos pasos, encontramos un hermoso parque natural que cambia por completo la escena y nos presenta la playa de Bront. Está ornamentada con unos preciosos acantilados rocosos que contrastan de forma impresionante con la arena blanca. También hay una maravillosa piscina natural donde niños y mayores pueden pasar el rato nadando y divirtiéndose.
En esa misma ruta se cruza el camino hacia el Cementerio de Waverly, sin duda la principal atracción para todos los turistas que pasean por esta zona.
Estábamos a punto de terminar nuestro recorrido pero la magia seguía a nuestro alrededor. El camino que rodea el acantilado llegaba a su fin y nos conducía al borde de la playa de Clovelly. Aquí las aves eran las principales protagonistas. Un poco más adelante hay otro remolino natural que conduce a un nuevo camino con un espectacular mirador hacia la bahía. Cerca de una zona de aparcamiento hay así una rara y elegante zona residencial en la que hay muchas personas mayores jugando a algún tipo de bolos en pequeñas plazas. También se puede ver un pequeño gimnasio al aire libre donde los jóvenes hacen ejercicio y la gente pasea a sus mascotas.
Finalmente después de caminar y tras subir lo que parecían interminables escaleras, Patricia y yo llegamos a Coogee Beach, un lugar antiguo pero a la vez moderno, una playa donde puedes encontrar todo tipo de actividades y gente. Hay una zona de restaurantes para todo tipo de personas y presupuestos; también existe la posibilidad de tener un momento de tranquilidad y descansar a lo largo de la zona verde natural que está adornada con muchas piezas artísticas y espectáculos. Hay espacio suficiente para divertirse con la familia y los amigos porque también se puede hacer un picnic o una barbacoa.
Llegó a su fin
El recorrido por la costa llegó a su fin; Patricia miró con nostalgia el mar y se apoyó en una barandilla mientras yo hacía las últimas fotos. Se acercó a mí y me susurró: “Annie este momento es muy significativo para mí, mira cuántos recuerdos tenemos entre nosotros. Hemos estado aquí muchas veces, siempre en circunstancias diferentes, no olvides que esta playa es la misma pero no éramos las mismas cada vez que volvíamos”.Evidentemente, me puse a llorar porque mi amiga tenía que irse porque su tiempo aquí había llegado a su fin.
Aunque mi corazón se encoge y salta un latido de tristeza siempre recordaré este momento de despedida con Pato como uno de los mejores momentos. Sabía que este tiempo en nuestras vidas no duraría para siempre. Ahora, lleva más de una semana en Colombia y está tratando de construir el siguiente capítulo.