El 20 de Julio es una fecha importante. Claro que para muchos es recordado como el día en el que el hombre llego a la luna. Para nosotros, los colombianos, es nuestra fiesta nacional, nuestra independencia.
Todo empezó con un pequeño desacuerdo entre unos criollos y un español que decía ser dueño de un florero. Esta fue la excusa perfecta para que las personas pidieran la creación de un gobierno nuevo que remplazara al virreinato y terminara los vínculos con la monarquía española. El 20 de julio de 1810, fue el día en que la gente grito y proclamo su grito de libertad.
Para mí todo en Colombia es hermoso. Hace años que salí del país, que no vivo en el país de tres cordilleras y dos océanos. Hoy por hoy, solo viajo al país que vio nacer y crecer de vacaciones.
Ser colombiano es pasión, es la sangre que hierve en el amanecer y camina por el cuerpo con el golpear de las olas.
Como yo hay cientos de colombianos que viven fuera de las fronteras colombianas. Esta es nuestra forma de rendirle homenaje a esta tierra maravillosa, a nuestra Colombia del alma.
En el momento en el que uno sale del país y ha tomado la decisión de vivir en otro lugar del mundo la vida cambia. Para bien o para mal pero cambia.
Y, es muy usual que cuando uno ya no vive en la tierra que lo vio nacer el sentimiento de pertenecía, el orgullo por su “patria” se lleva a flor de piel. Mi corazón es tricolor! Es así… no hay otra manera de decirlo.
No hay nada como el redoblante, la guacharaca y la trompeta en una papayera. No hay nada como el verde majestuoso de las montañas en la sabana de Bogotá. La combinación de sus paisajes, su comida, la belleza de los pueblitos. Calles decoradas por majestuosas obras del Maestro Botero, obras que están en postales y afiches alrededor del mundo entero.
Paraíso gastronómico por excelencia y nadie me lo negara. Desde el ajiaco santafereño hasta los pandebonos, aborrajados, marranitas y el arroz atollado. La “mamona” y el tamal. Las empanadas de pipián, una bandeja paisa. Las papitas criollas, el arroz con pega. Las frutas que no existen en otros lugares y se consiguen todos los días del año, las estaciones no nos tocan.
Un Colombiano te hace sentir importante, te da una subida en las emociones eso no lo hay en ningún lado.
Nada mejor que una lulada bajando por la garganta, mango biche, la mora, la uva, el maracuyá.
Hay situaciones que nos duelen y nos cortan el alma en pedazos. La injusticia social nos revienta por milímetros, el ver niños en la calle pidiendo dinero, madres sin apoyo, una guerra absurda que muchas generaciones hemos heredado. Los secuestrados, las víctimas de la minas anti persona, el desespero y la angustia de la impotencia. Políticos que se roban todo, falta de temple político, demasiadas ganas de hacer y pocas ganas de concluir.
Todo eso es lo negativo pero como me dijeron hace poco “en Colombia hay problemas pero los buenos somos más”.
Muchos de los colombianos que viven en otro país se reúnen en algunas fechas puntuales para celebrar con música, buena comida y actitud el ser colombianos.
Como era de esperarse, el 20 de julio, nuestra fiesta nacional no es la excepción.
En Berlín, cantó la embajadora de la cumbia y de la música ancestral la única, Toto la Momposina. Una mujer, que es orgullosamente colombiana, que es la cuarta generación de músicos dedicados a la música. Ella aprendió a bailar y cantar antes de caminar y hablar.
En Toronto, el punto más importante de la celebración lo llevo a cabo la agrupación chocbquibtown.
España fue una plaza insuperable para los colombianos. En Barcelona se llevo a cabo “un canto para la paz”, donde cantaron Gustavo Rodriguez (Ex-cantante Grupo Niche), Ingrid Braum (Salsera caleña de Barcelona), Jey Cadenas (Ex-cantante del Grupo Niche y participante de la Voz Colombia), entre otros.
De Colombia me enamora el olor a fresco, su diversidad cultural y gastronómica; cada departamento es un acento diferente y unas costumbres … sobre todo de Colombia me enamora la energía y la sonrisa de la gente. Creemos que eso es normal pero no, es único!!
Madrid siempre ha sido un ejemplo de variedad. El ballet colombiano “NATIVOS DE MACONDO” se presento en el Teatro Arlequín Gran Vía. El compositor colombiano Gusi, presentó su álbum debut como solista “Al Son de mi Corazón”.
Pero, algo que me interesaba era saber qué le diría un colombiano a alguien que no sabe nada de nuestro país. Las respuestas fueron variadas y siempre con un hilo en común.
Desde el hermoso pacifico hasta el amazonas la música nos acompaña siempre. La variedad de ritmos y sonidos es extensa. Currulao, Mapalé, Porro, Salsa, Vallenato, Cumbia… esta lista es interminable.
Que somos más los buenos y que se dé la oportunidad de dejarse enamorar, después de que conozca no querrá irse nunca!!!
Por este motivo pregunte: que sienten cuando oyen una Cumbia o un Vallenato? “Me salta el corazón y empiezo a bailar y cantar. Es identidad sin importar tu región”; “nostalgia y ganas de bailar”; “Emoción y pertenencia”.
Un punto en común es que la gente es única. Por más problemas que tengamos, por más situaciones que nos lleven al límite de la razón, sin importar el dolor siempre, al final de día la sonrisa está ahí, presente.
Nunca bajamos la cabeza, siempre con la mirada adelante. Somos alegres, serviciales y perseverantes.
No tenemos estaciones, no vivimos esos inviernos con temperaturas menos cero, no sabemos que es tener falta de vitamina D porque sol tenemos siempre.
Tal vez, por esto mismo, en toda época del año hay algo que celebrar.
El Carnaval de Barranquilla, la Fiesta de Negros y Blancos, la feria de Manizales o la Feria de Cali, el Carnaval del Diablo, el Festival de la Leyenda Vallenata, la Fiesta de la Candelaria o el Carnaval del Fuego.
Nosotros aprendemos a bailar antes de caminar. Para nosotros todo es vida. Muchos colombianos, ponen un vallenato para cantar todas las penas.
Qué me dicen de los deportistas, que nos hacen llorar de emoción. Todos, merecen un reconocimiento único. Ojalá tuviera más espacio sideral para decirles gracias, mil veces gracias por darnos la oportunidad de izar nuestra bandera y oír el himno más precioso. Gracias a: Nairo Quintana, Mariana Pajón, Catherine Ibargüen y Rigoberto Irán, a la Selección Femenina de Futbol, la Selección Colombia de patinaje.
Gracias a Falcao, James, Yepes, Cuadrado, a toda esa selección que nos devolvió el alma después de tanto tiempo. “Cuando estábamos en el mundial hace un año pensé que me iba a salir del cuerpo por tanta emoción. Que orgullo tan increíble. Creo que llore de tanta emoción.” Gracias a todos los deportistas que no he nombrado y que luchan desde siempre por ellos y por nosotros.
Muy orgullosa de ser Colombiana porque ahí nací, ahí crecí, ahí aprendí a luchar, ahí aprendí a no dejar cosas empezadas, ahí supe que las dificultades pasan y vienen nuevas oportunidades, ahí sabemos que con solidaridad todo es más fácil, ahí están los míos y ahí estaré mi vejez.
El colombiano es una especie de animal muy especial. Nosotros por algún motivo decimos: “regalar” un café, “provoca” un café. Hablamos en diminutivos: un vasito de agua, una frutica, que ternurita y que pecadito. La colombianidad es un terreno impalpable. Cómo somos y cómo nos desciframos es difícil, casi imposible.
Somos retadores por naturaleza, lo bueno, lo regular y lo malo lo llevamos en la sangre. Sin importar lo que haya pasado, en el momento en que hablan mal de nuestro país, aunque se admiten ciertas cosas, se defiende a la muerte. El tema de los narcos y la coca nos desespera y genera insulto absoluto.
Ser colombiano es haber nacido y crecido con el aroma a cuestas de un café recién hecho, o de una guayaba madura. Es haber aprendido a hablar repitiendo el Ángel de mi guarda, mi dulce compañía… Es vibrar con cada logro de un colombiano en el exterior, o sentir que el corazón se encoge con el himno. Cada vez que uno ve un video y la bandera ondea en el fondo, que se ve el sombrero volteao, la mochila, la piel se eriza. Se hace un nudo en la garganta, los ojos se llenan de lágrimas… lágrimas de amor. Mi corazón es y siempre será tricolor.