Parece una pesadilla pero en pleno siglo XXI, la esclavitud no solo existe: se reinventa, se oculta, se normaliza. Millones de personas son privadas de su libertad y explotadas a diario usando promesas falsas, violencia o manipulación emocional. La trata de personas es una de las violaciones más graves a los derechos humanos y, al mismo tiempo, una de las más silenciadas. Es un crimen que afecta a todos los continentes, adopta múltiples formas y, en muchos casos, se oculta a plena luz del día.
¿Qué es la trata de personas?
Para poder tratar un tema tan delicado como lo es la trata de personas debemos en lo posible intentar entender qué es, quiénes son sus víctimas y víctimarios y las respuestas para acabar con esta problemática.
Teniendo esto en cuenta, empezemos por definir qué es la trata de personas.

Según el Protocolo de Palermo (ONU, 2000), la trata de personas es la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas, recurriendo a la amenaza, el uso de la fuerza, el engaño o el abuso de poder con fines de explotación sexual, laboral, servidumbre, mendicidad forzada, extracción de órganos o matrimonios forzados.
La trata se diferencia del tráfico de migrantes porque siempre hay un elemento de coerción o abuso. Es muy importante que tengamos claro que es un crimen contra la persona, no contra la soberanía estatal (sabotaje, el espionaje, la subversión, el terrorismo u otros actos que pongan en peligro la estabilidad del Estado).
La trata suele confundirse con tráfico de personas, quizás por su traducción al inglés “human trafficking”. Sin embargo, la trata atenta contra la integridad de las personas mientras que el tráfico de seres humanos atenta contra la integridad de los Estados.
Las víctimas están en el mundo entero
Lo primero que debemos saber es que las principales víctimas de este delito siguen siendo las mujeres y niñas; sin embargo, hombres y niños no se encuentran exentos de esta condición.
Otro punto importante es que entre las víctimas de trata de personas está su condición vulnerable, especialmente mujeres, niños y hombres en situaciones económicas precarias, que los llevan a ser víctimas de las redes de crimen organizado y pasar a engrosar la extensa lista de personas que han sufrido trata de personas o trata a secas.
Aunque suele asociarse con países en desarrollo, la trata ocurre en todos los rincones del planeta. Es un crimen profundamente transnacional y dinámico.
Estados Unidos y Asia
En Estados Unidos y Asia, esta problemática adquiere dimensiones particulares debido a factores sociales, económicos y geopolíticos específicos.
Ambos territorios son tanto destinos como puntos de tránsito para las redes de explotación, y enfrentan obstáculos únicos para la detección, prevención y atención a las víctimas. En esta sección, exploraremos cómo se aborda la trata en estos contextos, los esfuerzos institucionales que se están realizando y las dificultades que persisten en la lucha contra este delito.
Estados Unidos es país de destino para víctimas extranjeras, pero también hay trata doméstica. Organizaciones como Polaris y Freedom Network USA alertan sobre la explotación sexual de adolescentes y el trabajo forzado en agricultura, restauración y limpieza. La legislación federal incluye el Trafficking Victims Protection Act, pero la persecución efectiva varía por estado.

En 2024, se estimó que aproximadamente 24,000 personas fueron víctimas de trata en Estados Unidos de América siendo el 75% mujeres y el 40% menores de edad.
Por otro lado, un informe del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) reveló que la administración Biden no investigó más de 7,300 casos de presunta trata de niños migrantes. Como si no fuera suficiente, se estima que 32,000 menores migrantes están desaparecidos, lo que los expone a riesgos de explotación sexual y laboral.
El continente asiático representa una zona de riesgo y explotación estructural.
En el Sudeste Asiático (Tailandia, Camboya, Laos y Filipinas) la trata infantil y de mujeres con fines sexuales es alarmante. También hay trabajo forzado en la pesca y manufactura.
En Tailandia las víctimas provienen tanto de comunidades rurales tailandesas como de países vecinos como Laos, Camboya y Myanmar.

Camboya ha emergido como un foco preocupante de trata de personas, especialmente en relación con el cibercrimen (es una actividad delictiva que se dirige a una computadora, una red informática o un dispositivo en red).
Lo que ocurre es que miles de personas, atraídas por falsas ofertas de empleo, son forzadas a trabajar en centros de estafas en línea, donde enfrentan condiciones de esclavitud, tortura y abuso sexual. Se estima que en Camboya hay alrededor de 100,000 víctimas de este tipo de explotación.
Laos es uno de los países más pobres de la región. Las personas, especialmente mujeres y niñas de áreas rurales, son traficadas hacia países vecinos como Tailandia y China con fines de explotación sexual, trabajo forzoso y matrimonios forzados.
La falta de recursos y capacidades institucionales limita la respuesta efectiva del gobierno laosiano para combatir la trata y proteger a las víctimas.
En la India y Nepal las niñas son vendidas por sus familias o engañadas. Son comunes los matrimonios forzados y la explotación en burdeles.
Por otro lado, en China y Vietnam la trata de mujeres para matrimonios forzados es una forma creciente de explotación.
África y Europa
Las mujeres y los niños son las principales víctimas de la trata de seres humanos en África.
La trata en esta región se caracteriza por el reclutamiento de mujeres y niños para trabajos domésticos forzados, explotación sexual, mendicidad forzada y matrimonios infantiles o forzados.
Debemos tener en cuenta que el conflicto armado, la falta de instituciones fuertes y la pobreza crónica son factores que alimentan este delito.

En países como Nigeria, Malí y Burkina Faso, niñas son secuestradas o vendidas con fines de explotación. Además, existen redes de trata transnacionales que trasladan víctimas a Europa y el Medio Oriente.
La impunidad y la corrupción dificultan la identificación de víctimas y la aplicación de justicia.
En Europa la situación es bastante complicada dado que Europa es tanto zona de tránsito como de destino para víctimas de trata provenientes de África, Asia y América Latina.
Esto quiere decir que países como Alemania, España, Italia y el Reino Unido reportan los números más altos. La explotación sexual sigue siendo el principal tipo de trata registrado.
España es un destino significativo para víctimas de trata, especialmente mujeres de Colombia, Venezuela y Rumanía. En 2024, la policía liberó a 1,794 víctimas, desarticuló 110 organizaciones criminales y realizó más de 10,000 inspecciones en lugares de prostitución y centros de trabajo.
En Europa del Este, países como Rumanía, Bulgaria y Ucrania son fuentes de personas captadas con promesas de trabajo que terminan en redes de prostitución o trabajos forzados en Europa Occidental. A pesar de contar con legislación avanzada, como la Directiva Europea 2011/36/EU, la implementación aún enfrenta barreras. Hay pocos recursos, barreras lingüísticas y miedo de las víctimas a denunciar por su estatus migratorio.
En Rumanía y Bulgaria, la trata de personas es un problema persistente, con muchas víctimas siendo explotadas sexualmente en Europa Occidental. Las autoridades han intensificado los esfuerzos para combatir este delito, pero persisten desafíos relacionados con la corrupción y la falta de recursos.

La crisis en Ucrania ha exacerbado la vulnerabilidad de mujeres y niños, quienes son blanco fácil para las redes de trata. Se estima que alrededor de 100,000 ucranianos han sido víctimas de trata desde el inicio del conflicto.
Entrando en detalle, España es un país de destino y tránsito. Se reportan víctimas de América Latina, Europa del Este y África. Las fuerzas de seguridad rescatan más de 1,000 víctimas al año. Organizaciones como APRAMP y Proyecto Esperanza lideran la atención a mujeres explotadas.
Las mayor cantidad de víctimas que se encuentran en Alemania provienen de Rumania, Bulgaria, Nigeria y Brasil. El sistema federal complica la coordinación entre regiones. La red KOK agrupa a ONGs que apoyan a víctimas.
Tanto en Francia como en Italia se identifican rutas migratorias que terminan en trata. Las mujeres nigerianas, en particular, son explotadas por mafias transnacionales.
América Latina
Cambiando de continente, la problemática en América Latina es muy complicada. Existe trata interna (dentro del país) y tráfico hacia Estados Unidos y Europa.
En esta región, la trata adopta formas tanto internas como transfronterizas. Mujeres, niñas y miembros de comunidades indígenas y afrodescendientes están especialmente en riesgo.
En Colombia, Venezuela, Perú y México, las crisis económicas y la migración forzada han incrementado el reclutamiento de personas para prostitución forzada, trabajos agrícolas sin remuneración o explotación infantil.
Colombia es un país de origen, tránsito y destino. Mujeres jóvenes, comunidades afro e indígenas y migrantes venezolanas son especialmente vulnerables.
Las regiones con mayor incidencia incluyen Norte de Santander, Chocó, Meta, Valle del Cauca y Cundinamarca.
En 2024, se registró un aumento significativo en los casos reportados:
La Defensoría del Pueblo atendió 79 casos de trata en los primeros cuatro meses del año, lo que representa un incremento del 139% respecto al mismo período de 2023. El 62% de estos casos estuvieron relacionados con explotación sexual, afectando principalmente a mujeres y niñas.
Las redes criminales aprovechan la vulnerabilidad de personas desplazadas, migrantes y comunidades rurales para captar víctimas mediante engaños relacionados con oportunidades laborales o educativas.

Aunque Colombia cuenta con la Ley 985 de 2005 para combatir la trata de personas, persisten desafíos en la identificación de víctimas, la judicialización de los tratantes y la protección efectiva de las personas afectadas.
La crisis humanitaria en Venezuela ha generado una oleada de migrantes expuestos a redes de trata en Colombia, Trinidad y Tobago, Brasil y el Caribe. Se identifican casos crecientes de niñas reclutadas para explotación sexual.
La situación en Venezuela requiere una respuesta integral que aborde las causas estructurales de la trata, fortalezca las instituciones y garantice la protección de los derechos humanos de las personas afectadas.
México, por ejemplo, es país de origen, tránsito y destino. La frontera con Estados Unidos es una zona crítica.
En el Perú se reporta trata laboral en hogares y agricultura. La falta de control territorial dificulta la acción estatal.
En México existe una trata interna, hacia Estados Unidos de América y Europa. Mujeres, adolescentes y niños indígenas son captados para explotación sexual y laboral. A pesar de contar con la Ley General contra la Trata, la impunidad sigue siendo alta.
Además, en países como República Dominicana y Brasil, se documentan casos de trata relacionados con el turismo sexual. Si bien existen leyes robustas, como la Ley General de Trata en México, muchas veces su aplicación es débil o lenta, y las víctimas son revictimizadas por el sistema judicial.

La trata de personas en Panamá es una problemática compleja y persistente, influenciada por su posición geográfica estratégica como punto de tránsito entre América del Sur y América Central.
Esto quiere decir que es país de tránsito, pero también de destino. La Oficina contra la Trata del Ministerio de Seguridad Pública trabaja con la OIM, pero los recursos son limitados.
Las principales formas de trata incluyen la explotación sexual, el trabajo forzoso, la servidumbre doméstica, la mendicidad infantil y la extracción de órganos.
Entre las nacionalidades más afectadas se encuentran colombianas, venezolanas, panameñas y nicaragüenses.
A pesar de los avances legislativos y de coordinación interinstitucional, Panamá enfrenta desafíos significativos en la lucha contra la trata de personas:
Muchas víctimas no son identificadas adecuadamente, lo que limita su acceso a protección y asistencia.
Aunque se han realizado esfuerzos para sancionar a los tratantes, en algunos casos se les acusa de delitos no relacionados con la trata, resultando en condenas menores.
La región del Darién, en la frontera con Colombia, es una ruta peligrosa utilizada por migrantes irregulares, quienes son especialmente vulnerables a ser víctimas de trata y otras formas de explotación.
En Brasil, la trata afecta sobre todo a mujeres afrodescendientes, migrantes haitianas y personas LGBTQ+. Se identifican redes en la frontera con Guayana Francesa, Surinam y Bolivia.
Argentina es tanto país de origen como de destino de víctimas de trata. Entre 2009 y 2023, se registraron más de 14,000 denuncias, siendo la explotación sexual la forma más común.
Las redes que operan en las sombras
La trata de personas es uno de los crímenes más lucrativos del mundo. Se estima que genera más de 150 mil millones de dólares al año, superando al tráfico de armas.
Las redes criminales aprovechan la pobreza, los conflictos, la migración forzada y la falta de educación como caldo de cultivo para captar víctimas.
Es importanmte tener en cuenta que el auge de las tecnologías digitales también ha modificado los métodos de captación. Los tratantes utilizan plataformas de redes sociales, apps de citas o sitios de empleo para contactar, manipular o vigilar a las víctimas.
La trata de personas es uno de los crímenes más lucrativos del mundo por varias razones clave: hay una demanda persistente y global para la explotación sexual, trabajo forzoso, servidumbre doméstica, trabajo infantil y otras formas de explotación. Esto genera ingresos continuos para las redes criminales.
Las redes captan a las víctimas principalmente cuando estas enfrentan situaciones de vulnerabilidad (pobreza, exclusión social, conflictos, migración forzada), por lo que no necesitan invertir mucho para reclutarlas o “mantenerlas” bajo su control.
Los beneficios economicos que se obtienen son altos. Y es que una víctima de explotación sexual puede generar decenas o cientos de miles de dólares al año para la red.
La trata suele ocurrir en la clandestinidad, con víctimas controladas y silenciadas, lo que dificulta la detección policial y la persecución judicial. Esto reduce el riesgo para los criminales y aumenta sus ganancias.
No solo incluye explotación sexual, sino también trabajo forzoso en agricultura, minería, manufactura, mendicidad, matrimonios forzados y extracción de órganos, lo que abre múltiples “nichos” de mercado criminal.
Las redes utilizan medios digitales para captar víctimas y manejar sus operaciones, ampliando su alcance y eficiencia sin grandes costos.
En resumen, la trata de personas genera miles de millones de dólares al año porque es un negocio con alta demanda, costos bajos, riesgo relativamente reducido y múltiples modalidades de explotación que se adaptan a diferentes mercados.
La respuesta institucional: ¿qué se está haciendo?
El combate contra la trata de personas ha generado una serie de respuestas a nivel internacional, regional y nacional. Estas acciones buscan establecer marcos legales, mecanismos de protección, y campañas de sensibilización para enfrentar esta problemática desde diferentes frentes.
En el plano global, existen instrumentos fundamentales que orientan las políticas y acciones contra la trata de personas. Uno de los más importantes es el Protocolo de Palermo (2000), firmado por más de 170 países, que establece estándares mínimos para la prevención, sanción y protección de las víctimas.

Además, las Naciones Unidas promueven campañas como Blue Heart, que visibilizan y generan conciencia sobre este grave problema.
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) trabaja directamente con gobiernos y víctimas, enfocándose en la prevención y asistencia integral.
Cada región presenta sus propias dinámicas y desafíos, lo que ha llevado a la adopción de políticas específicas y a la cooperación entre países.
La Unión Europea ha adoptado directivas que obligan a los Estados miembros a criminalizar la trata y garantizar la protección y asistencia integral a las víctimas. El Parlamento Europeo y la Comisión Europea impulsan campañas de sensibilización y fomentan la cooperación policial y judicial entre países para combatir redes transnacionales.
Asimismo, la mayoría de los países europeos han ratificado el Convenio del Consejo de Europa sobre la lucha contra la trata de seres humanos, un instrumento clave en esta lucha.
Sin embargo, Europa enfrenta varios desafíos, como la trata interna y de tránsito dentro del continente, especialmente en países de Europa del Este; la complejidad para proteger adecuadamente a las víctimas migrantes; y la limitada coordinación y recursos en algunos Estados para implementar programas efectivos de reinserción.
Países como Colombia, México y Perú han fortalecido sus marcos legales contra la trata, aunque la implementación sigue siendo desigual. En la región se promueven campañas públicas de prevención y se han creado unidades especializadas en fuerzas policiales y fiscalías. Organismos regionales como la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) de la OEA impulsan políticas y cooperación para enfrentar la trata.
No obstante, América Latina enfrenta retos como la alta vulnerabilidad social y económica que facilita la captación de víctimas, la corrupción y debilidades institucionales que dificultan la persecución de redes criminales, y los flujos migratorios irregulares hacia Estados Unidos y Europa, que exponen a migrantes a riesgos de trata.
En el continente africano la falta de recursos institucionales y la corrupción dificultan una respuesta efectiva. Aun así, existen programas como el Africa Regional Migration Programme de la OIM, y las ONGs locales e internacionales trabajan en prevención, asistencia a víctimas y capacitación de autoridades.

Los principales desafíos incluyen recursos limitados para implementar políticas eficaces y brindar apoyo integral a las víctimas, conflictos armados y desplazamientos internos que aumentan la vulnerabilidad, así como la corrupción y la falta de voluntad política en algunos gobiernos.
Aunque cada región enfrenta retos específicos, la cooperación internacional y el fortalecimiento institucional son claves para avanzar en esta lucha que afecta a millones en todo el mundo.
¿Cómo están actuando los gobiernos?
Hoy en día, la mayoría de los países cuentan con leyes que castigan la trata de personas. Sin embargo, enfrentar este delito requiere más que normas escritas. Se necesita acción, coordinación y voluntad política.
Uno de los grandes desafíos es la falta de coordinación entre instituciones. Muchos países tienen leyes avanzadas, pero no logran aplicarlas de forma efectiva. Las entidades públicas a menudo no se comunican entre sí, lo que deja vacíos en la atención y protección de las víctimas.
Además, la justicia falla con frecuencia. Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), menos del 10 % de los casos de trata terminan en condenas. Esta baja tasa favorece la impunidad y debilita la confianza en el sistema judicial.
La atención a las víctimas también presenta graves fallos. En numerosos casos, las autoridades las identifican como inmigrantes ilegales o trabajadoras sexuales. Al hacerlo, les niegan el apoyo legal y psicológico que tanto necesitan.
A pesar de estas dificultades, algunos países han logrado avances importantes. Han diseñado políticas integrales, fortalecido alianzas con organizaciones sociales y demostrado que es posible actuar. Estos ejemplos nos recuerdan que con decisión, recursos y enfoque humano, se puede marcar la diferencia.
Ejemplos que inspiran: avances y buenas prácticas
A pesar de los desafíos, varios países están tomando medidas firmes para enfrentar la trata de personas. Estas acciones muestran que, cuando hay compromiso, sí es posible avanzar.
Alemania, por ejemplo, impulsa campañas de prevención en todo el país. Además, trabaja junto a organizaciones como KOK y Terre des Femmes para brindar apoyo a las víctimas y sensibilizar a la población.
Colombia ha creado el Comité Interinstitucional para la Lucha contra la Trata de Personas. También cuenta con organizaciones como Fundación Renacer y Valientes Colombia, que se enfocan en la prevención y la atención directa a víctimas.
México se ha unido activamente a esfuerzos internacionales. Ha reforzado su marco legal y ha mejorado la cooperación regional para combatir este delito de manera más efectiva.
España ha desarrollado unidades policiales especializadas y centros de atención integral como Proyecto Esperanza y APRAMP. En su Código Penal, la trata se tipifica en cinco modalidades:
1. Imposición de trabajos o servicios forzados, esclavitud, servidumbre o mendicidad.
2. Explotación sexual, incluida la pornografía.
3. Explotación para actividades delictivas.
4. Extracción de órganos.
5. Matrimonios forzosos.
Además, según el último informe del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), la Policía Nacional y la Guardia Civil rescataron a más de 1.000 víctimas de trata y explotación.
Estos casos demuestran algo clave: cuando los gobiernos adoptan políticas integrales, fortalecen la cooperación y escuchan a las organizaciones especializadas, los resultados llegan. La experiencia de países como España, Alemania, Colombia y México confirma que sí se puede actuar con eficacia.
Aun así, la lucha continúa. Erradicar la trata de personas requiere un compromiso global, sostenido en el tiempo y con enfoque centrado en la dignidad de cada persona.
El camino que falta por recorrer
En conclusión, la trata de personas es una problemática global compleja que demanda respuestas coordinadas, integrales y adaptadas a las particularidades de cada región.
Es cierto, existen marcos legales y programas internacionales que sientan las bases para la prevención, protección y persecución.
También es cierto que la implementación efectiva sigue enfrentando importantes obstáculos como la falta de recursos, la corrupción y la vulnerabilidad social.

Los avances alcanzados demuestran que es posible generar un impacto real cuando hay voluntad política, colaboración entre actores públicos y privados, y un enfoque centrado en las víctimas.
Para erradicar la trata no basta con leyes ni campañas. Se requiere una voluntad política sostenida, educación preventiva desde edades tempranas, una mirada crítica a los sistemas que permiten la explotación y, sobre todo, escuchar a las víctimas, apoyar sus procesos de reparación y reinserción.
La trata de personas no es un fenómeno lejano. Puede estar ocurriendo en la esquina, en un edificio al lado, en una granja remota o en un club de lujo. Lo invisible no es inexistente. Y el silencio, en este caso, es complicidad.
Si fortalecemos las capacidades institucionales, promovemos la sensibilización social y consolidamos alianzas internacionales, lograremos proteger plenamente los derechos humanos y la dignidad de las personas que sufren las consecuencias de este grave delito.