Las formas serpenteantes del camino, nos llevaron al Valle de los Enigmas. El cielo, abrió su pompa blanca- azulada.
El raso perfil de su mirada, nos abanicaba con ternura, en una brisa helada sobre la piel y los rostros enrojecidos. Una villa situada a 132 kilómetros de la capital del estado de Jalisco, abrió las puertas desde el fondo de sus entrañas.
El clima y la vegetación
Nos paseamos en un clima semiseco en el mes de octubre. La temperatura media anual es de 16.7C.
El sol iluminando las melenas y los rostros de los turistas, con una brisa heladita, que da la impresión de encontrarse uno de viaje todo el tiempo.
Con la corazonada de que, al volver a casa, las cosas serán mejor para todos y la inundada sensación de novedades y cultura que cargamos de vuelta entre los pliegues de la memoria, no tiene precio.
“Estar entre esas piedras, es hablarle en susurro a los dioses”. – María José Liñán-
Continuamos con las manos enredadas, como dos ramas que crecen juntas y se van formando en un solo brazo grueso de tronco.
Presenciamos pinos, robles, encinos, fresno, oyamel, sauce, madroño y el nopal que es tan característico de nuestro querido México.
También, vimos palo dulce y granjero. Verdaderamente, es un pulmón verde de la naturaleza el oxígeno que se respira aquí; es puro, y sirve para limpiar nuestro organismo del smog de la gran ciudad.
Se puede contemplar la belleza y la sabiduría del venado, la intrepidez de la liebre, la hazaña del conejo, el armadillo, la intriga de la serpiente, la aventura de la ardilla y en el cielo, el vuelo imperdible del halcón.
Monumentos Históricos
Una de las aldeanas de pañuelo rojo, camina tropezando en las acogedoras calles de empedrado. Se reincorpora, levantando la mirada hacia las casonas con marquesinas y balcones de madera.
Milán y yo seguimos de frente, tomados de las manos y con las miradas que entrelazan el mismo paisaje, rumbo a los dos templos principales.
El templo más antiguo de Tapalpa, data del siglo XVII, por lo que tiene más de 350 años. Su nombre es San Antonio, en honor a este Santo.
Actualmente es un museo de arte sacro, donde se exponen diferentes obras y artículos de la batalla cristera.
El segundo, es el templo de nuestra señora de Guadalupe, fue terminado en 1970.
Se distingue por su construcción de ladrillos sin vigas o enjarres.
Mirarlo durante segundos, es una apreciación al traslado inequívoco del túnel del tiempo.
Ex Hacienda
A 30 minutos de Tapalpa, exploramos la ex-hacienda en la delegación de- “Lagunillas”-. Milán y yo, leímos acerca de este lugar, que fue la inspiración del escritor Juan Rulfo, para su obra, “Pedro Páramo”. El estar parados, de frente a esta antigua belleza, nos envuelve en un ciclo de erizamiento y perpetuidad innegables.
De regreso al centro de Tapalpa, nos dimos a la aventura de la merienda, en un restaurante de los pórticos.
Milán ordenó un café americano y yo una orden de chilaquiles rojos, los cuales son servidos con dos pedazos de pechuga encima y una porción por separado de crema típica de la región.
La salsa roja tiene una sazón particular del pueblito, es como mezclar el rocío de la mañana, con el aroma a leño del bosque, que, llevada al paladar de los turistas, es una explosión de Cultura y Tiempo.
Las Piedrotas
El mediodía, sobrepasaba la inquietud de dirigirnos hacia Las Piedrotas, también conocida como, “El Valle de los Enigmas”. Es el atractivo natural más visitado de Tapalpa. Se encuentra a 15 minutos de la cabecera municipal, tomando la carretera rumbo a Chiquilistlán.
Estas figuras monolíticas tienen diversas hipótesis. Una de ellas dice que son meteoritos que cayeron hace miles de años. Otra de las teorías, indica que las rocas se encontraron debajo de la tierra, gracias al correr del agua que las fueron descubriendo. Milán avanzaba con la cámara fotográfica en las manos y la cabeza puesta al cielo.
Mis pasos, pronto llegaron a centímetros de él. Nos fundimos en el abrazo, custodiados por las enormes piedras, percibiendo una energía poderosa, la cual es aprovechada durante los equinoccios y eventos astronómicos para muchos visitantes.
Y en secreto, le pedí a las almas de las enormes piedras, que nos formaran del mismo lazo del sino a Milán y a mí; minutos posteriores, con la punta filosa de una piedrita en el camino, rayé nuestros nombres en la panza de una de las rocas.
La Fábrica de Papel y las artesanías
Es una vieja hacienda que tiene época en la historia de Tapalpa entre sus ruinas. Está enclavada entre la maleza del bosque.
El casco principal está construido a base de piedra y ladrillo rojo a mediados del siglo XIX, en 1840.
Fue la primera fábrica de papel en América Latina y, por lo tanto, del Occidente de la República.
Son de barro, de ocochal y artículos de piel y lana. Entramos a varias tienditas donde las paredes están repletas de guitarras, juegos de mesa como las damas chinas, el ajedrez, plumas con grabados especiales, shots para beber tequila, tazas para el café de cerámica y barro, llaveritos en forma de reptiles, de micro humanitos, etc.
También ofrecen una amplia gama de dulces típicos hechos a base de leche.
Milán me compró una lonchera de madera, estilo vintage y una camisa negra con las letras de Tapalpa. Y no pueden faltar las libretas tradicionales en dos tamaños con las letras grabadas del Pueblo Mágico, elegimos una para llevar.
El regreso a casa…
A la entrada de la reserva de Las Piedrotas, tienen varios puestos de bebidas folclóricas para el turismo.
Milán y yo compramos un jarrito con tequila y sazonado con un cóctel de salsas como la Magui, la inglesa, jugo de toronja y agua mineral. Él, ordenó una cerveza oscura.
Nos sentamos en un pedazo de tronco con un panorama que abarcaba el vientre de Las Piedrotas, en un cielo raso, el cual, quedó estampado en mi mente con la nostalgia de volver alguna vez. En esa magia de naturaleza, derramamos el corazón para años venideros.