Se podría decir que la Riviera Francesa, conocida en francés como la Côte d’Azur, es una región de finales. Es un lugar donde el día se acaba y deja a su paso una estela casi roja en el cielo. Un lugar donde las personas mayores migran a disfrutar de sus últimos años. Un lugar donde las fronteras francesas se acaban y se mezclan con las italianas y las monegascas. El punto final de los Alpes, cuando se juntan con el mar Mediterráneo.
Es mundialmente famosa
La Riviera Francesa es mundialmente famosa por su vida lujosa, mansiones, yates, casinos, que hacen pensar que la vida es fácil y fascinante. Unos paisajes increíbles, donde la nieve se mezcla con el mar, y el sol colorea de ocre todos los rincones. Pero lo que hoy conocemos de la Riviera no es lo mismo que hace fue hace unos siglos.
Las ciudades, así como las personas, tiene principios y finales. Viven ciclos que marcan sus existencias, nacen, llegan a la gloria, viven su ocaso, y mueren o se reinventan.
Este es el caso de Antibes, una ciudad de 75 mil habitantes, ubicada al sur-este de Francia, entre las ciudades de Niza y Cannes.
Gracias a rastros arqueológicos en la zona, que datan del siglo IV A.C., es posible establecer que durante la época Griega (y luego Romana) existió una población llamada Antípolis. En la era moderna, lo que hoy se conoce como Antibes, fue considerado punto clave dentro de la estrategia militar y defensiva de Francia, cuando el límite del territorio acababa en el rio Var.
El punto central de la vida de la ciudad
La ciudad de Niza no pertenecía a Francia, y el gobierno de París utilizaba el Forte Carré (Fuerte Cuadrado) en Antibes como punto de observación y protección del territorio. Hasta 1860 cuando la ciudad de Niza y los territorios aledaños fueron anexados a Francia, durante el Tratado de Turín.
Con esta anexión, Antibes perdió su valor estratégico, y debió encontrar su nuevo lugar en la historia. Hoy en día es reconocida por tener el puerto de yates y veleros privados más grande de Europa, con lugar para 1.500 barcos. Su nombre es Puerto Vauban, y está ubicado entre Forte Carré y la vieja ciudad de Antibes.
Este es el punto central de la vida de la ciudad. Un constante recuerdo de su historia, los innumerables suceso que marcaron el destino de esta población. Siguen ahí, inmutables e inmensos, acompañando a los miles de habitantes y turistas que pisan sus tierras y sus aguas.
Ocasos y renacimientos
Desde Forte Carré se puede disfrutar de una panorámica única: hacia el oriente, los imponentes Alpes y su íntima relación con el Mediterráneo. De noche, la ciudad de Niza brilla desde la distancia y el agua refleja y aumenta su intensidad. A la derecha, el puerto y la vieja ciudad de Antibes, protegida por un muro de piedra, y donde se destacan las torres del campanario de la catedral y del Palacio Grimaldi, hoy conocido como Museo Picasso.
Pablo Picasso hace parte de la historia de este magnífico lugar. El artista vivió gran parte de su vida en Antibes, y donó una considerable producción artística a la ciudad.
El museo que lleva su nombre, guarda y expone una interesante colección de sus producciones, así como de otros artistas de talla internacional, que enriquecen la vida cultural de la ciudad.
Antibes ha vivido muchos inicios, ocasos y renacimientos. La ciudad alberga una memoria histórica atrapante, para muchos desconocida, pero sin duda de gran relevancia para la región les Mediterráneo. Su historia siempre acompañará su presente, y le recordará al futuro que, a pesar de los fuertes vientos que vengan, ella seguirá de pie, fuerte y grande, para alcanzar su destino.