¿Quién iba a imaginarse que el barco en el que regresó a casa Ulises podía ser una perfecta simbiosis entre lo mejor del mundo griego y la representación impecable que hace de la guerra en tiempos de Franco, el Guernica de Picasso? ¿Quién iba a pensar que el viejo sabio Tiresias diría parce y haría que el público soltara una estrepitosa carcajada y que Circe, aquella mítica y legendaria hechicera haría el más espectacular show de telas aéreas y bailaría reggaetón en pleno siglo XXI?
Una realidad diferente
En una obra de teatro estudiantil que se estrenó hace poco en el Colegio Nueva Granada en Bogotá, fue posible. Lo logró el grupo de estudiantes aficionados al teatro y quienes más bien parecen actores expertos y experimentados que adolescentes, todos menores de 18 años, por la pasión y la entrega con la que llevaron a cabo todo el trabajo.
Trabajo que implica hacer el montaje y la adaptación de cualquier obra de teatro y con mayor razón, si se trata de un clásico como éste del cual se podría pensar que ya todo está dicho y que se han hecho infinidad de propuestas diferentes.
Éstos obstinados estudiantes demostraron exactamente lo contrario: en eso radica la verdadera esencia del arte: en hacer propuestas novedosas y actuales y así no dejar morir los clásicos.
Aunque yo estudié Literatura y durante mi carrera obviamente leí y estudié en profundidad distintas representaciones teatrales y muchas veces analicé la historia del teatro desde sus orígenes en Grecia hasta las diferentes representaciones y estilos. A veces un poco abstractos y por qué no decirlo, confusos del teatro postmoderno.
El trabajo
Supongo que eran otros tiempos, como dice Pedro Páramo y los niños todavía carecíamos de iniciativa o no teníamos ese ímpetu que caracteriza a los estudiantes de hoy en día: inquietos intelectualmente, propositivos y activos en su proceso de aprendizaje y de crecimiento.
Al ayudar a dirigir a este grupo de estudiantes, es de las experiencias pedagógicas que más he disfrutado en los últimos años y eso que llevo más de 10 años en las aulas de clase. Me encontré con una realidad totalmente diferente.
Cabe anotar claro está que contaron con la dirección de una excelente actriz, productora y directora de teatro reconocida en Colombia, Catalina Botero, quien lleva alrededor de 10 años haciendo todo tipo de montajes alucinantes con el grupo de bachillerato del colegio.
Los mismos niños lo hicieron, los mismos que actuaban y que por tener un elenco relativamente pequeño al ser un colegio en que los estudiantes tienen tantas alternativas de actividades vocacionales y extracurriculares como posibilidades de aprendizaje, a varios de ellos les tocó hacer varios papeles.
Fueron ellos quienes montaron todo, dieron ideas, le dieron vida y sello personal a la adaptación, hicieron labores de utilería, de vestuario y de escenografía mientras se divertían y se preparaban con una experiencia muy valiosa para las carreras en el mundo de las artes que muchos de ellos piensan seguir en importantes universidades alrededor del mundo.
Postnmodernos y divertido
Fue así como se fue montando un espectáculo, a mi juicio sin precedentes, en el que los héroes y los dioses griegos hablaban en inglés, en español con acento ibérico y mexicano y en un portugués y un francés tan sonoros como bien hablados. Se configuró una versión actual, postmoderna, divertida pero sobre todo encantadora de este clásico logrando el objetivo: los estudiantes se identificaron con la historia.
Ésta a su vez se actualizó y fue absolutamente pertinente, vigente y relevante en este mundo escolar, en pleno 2016 donde los niños parecieran estar embebidos por la tecnología pero lograron dejar por un momento su rol un tanto superficial para sumergirse en la mitología y las historias pasionales y viscerales entre dioses, semi dioses y mortales.
Tuvimos un Ulises que fantaseaba con comer pollo frito y un Hermes que lo tentaba a cambio con chicharrón, las vacas sagradas de el dios Helios cantaban un Hip Hop invitando a los héroes a que no las mataran y a que consumieran leche.
Se presentó también Polifemo el cíclope un tanto debilucho y asustadizo que dormía abrazado a un osito de peluche y que le ponía quejas a su padre, Poseidon, a quien también le encantaba el reggaetón, por celular.
Las sirenas aunque tenían un canto bello y alucinante se volvían también al final perturbadoras ya que su sonido se volvía como una sirena pero de ambulancia.
Calypso en efecto inspiró no sólo a Ulises sino también a todo el público con sus espectaculares bailes de tango y la actriz que interpretó a Penélope logró ser tan versátil y encantadora que pasaba de ser una enamorada viuda siempre anhelando y llorando a su marido a una sombra de la muerte en el Hades, un marinero de los de la atropellada tripulación de Ulises, una cabra de Polifemo y una hermosa sirena.
Todo el montaje y la realización de La Odisea fue una experiencia maravillosa llena de creatividad, entusiasmo espíritu juvenil, clasisismo renovado, alegría y buena energía. Sin embargo, lo más valioso de todo fue ver a un grupo de jóvenes embebidos en una historia clásica como ésta, investigando, leyendo y consultando a cerca del fantástico mundo griego y apropiándose de los personajes como si los conocieran de toda la vida. Verlos proponiendo posibles interpretaciones pero sobre todo, fue muy bonito sentirlos creando y fomentando las diversas creaciones artísticas, fue hermoso verlos creyendo en el arte y jugándosela por este. Ellos definitivamente sí supieron como romperse una pierna.