Todos somos inidigenia

Todas los latinoamericanos, lo queramos aceptar o no, tenemos raíces provenientes de diferentes culturas. Somos una mezcla de culturas, sabidurías, nacionalidades, somos mestizos. Y, somos mestizos porque en el momento de la conquista y después de ella, los europeos se mezclaron con los nativos. Sin embargo, hay culturas nativas que se resistieron al cambio, que no permitieron ser permeados por el capitalismo, por el afán de consumir, por la guerra armamentista, por la prostitución del alma.

 

México

México no fue la excepción a esta mezcla cultural y de mundos. En su gran extensión, es el décimo cuarto país más extenso en el mundo, es el undécimo país más poblado con una población que ronda los 118 millones de personas, de las cuales tienen como lengua materna el español (la lengua oficial) y además se reconocen 67 lengua indígenas propias.

Beatriz Paz © Solkes

Una de estas culturas nativas es la perteneciente a los Wixárika. Ellos se han resistido, ellos matienen su arraigo a la tradición. Son una nación que habita en el oeste central de México principalmente en los estados de Jalisco, Nayarit y partes de Durango y Zacatecas.

Además de esto, cada una de sus comunidades es autónoma, tiene sus propias autoridades civiles y religiosas. Para los Wixárika, la autoridad civil esta encabezada por un gobernador llamado totohuani y cada año es renovada. Por otro lado, los maraakates o maraakanes, que son cantadores o sacerdotes, tienen como tarea mantener y conservar las tradiciones.

Ellos, han mantenido, su actividad central en su religión tradicional. Esta es la recolección y consumo ritual del híkuri, conocido por la mayoria como peyote. Cada año peregrinan hacia el desierto con el fin de purificarse en rituales de híkuri. Ellos mantienen una historia oral, pasada de generación a generación.

 

La ambición capitalista

Hasta ahi, todo bien. Pero, como era de esperarse tanta hermosura y homogeneidad no podría ser para siempre. La ambición capitalista de algunos pocos ha decidido que quieren apropiarse de sus territorios, hacerlos a un lado, quitarles algo que les pertenece desde hace siglos para poder llenar sus bolsillos de dinero.

“Tiene el 80 % de la diversidad de cactases en el mundo, tiene mucha plata, tiene mucho ámbar y se da el hikuri, que es el peyote, que aunque se da en algunas partes de Norteamérica, este es digamos, endémico de aquí.”

Para poder vender las tierras primero tienen que quitar a la gente. “Eso es el trabajo del gobierno mexicano: ellos los desplazan, los matan, les quitan el poco acceso a servicios de salud.

Este gobierno, en dos años ha encarcelado a 8 mil indigenas”, asegura indignada Beatriz Paz co fundadora de Indigenia. Ahora quedan 56 grupos indigenas, lo cual, entre esos, sus metizos y sus migrantes pone a México como una potencia cultural en el mundo.

Exactamente, hace unos ocho años, una serie de mineras Candienses que tienen filiales mexicanas han querido y han hecho más de once mil pruebas para comprar su territorio sagrado. Y, esto es demasiado alarmante porque ellos solo viven en cuatro Estados de la república.

 

Rituales

Cada dos meses tienen rituales en que las personas con cargos se reúnen y una vez al año van a peregrinar al desierto para comer hikuri, ósea peyote, va todo el pueblo.

Cuando peregrinan lo hacen desde estos cuatro Estados hacia un quinto Estado que es donde esta el desierto sagrado de Viricuta, que es una reserva federal pero también esta protegido por la Unesco y esta reconocido como patrimonio de la humanidad y patrimonio espiritual.

Entonces, viendo todo lo que ocurría y angustiados por el panorama, un grupo de amigos cercanos y comprometidos fundaron INDIGENIA en 2012. Es una organización multidisciplinar que desarrolla campañas para el reconocimiento de las culturas indígenas y tribales, con el fin de dar soluciones creativas a los problemas que sus pueblos atraviesan. La primera campaña que Indigenia ha realizado se denominó “Wixárika Mundus. El vuelo del Venado Azul” y su misión es llevar agua a la comunidad wixárika San José del Bajío en Jalisco. 

Beatriz Paz © Solkes

 

Los habitantes de San José del Bajío son artistas artesanos que anhelan perpetuar su cultura madre y tener acceso al agua potable. “En INDIGENIA me he dedicado a generar y compartir contenidos, así como a dar talleres de producción de zines y libros objeto y pláticas en centros culturales o educativos”, cuenta orgullosamente Paz.

“Ellos hablan con el fuego, se conectan con los volcanes del centro del país, con los litorales, con la parte norte del desierto. Osea, tienen un arraigo muy profundo en esa tierra.”

La cultura wixárika, es una de las más herméticas en México, desde la conquista se han mantenido replegados en su territorio y no han permitido colonización… “hace una década entro un periodista que reportaba para una cadena gringa y tomo fotos sin permiso, sin hablar con nadie antes y lo mataron…no robaron nada, ni la cámara, ni el reloj, nada pero lo mataron porque estuvo tomando fotos sin pedir permiso y ellos son muy herméticos”.

 

Las consecuencias

Estas mineras quieren comprar ese territorio y esto significa que ya no van a tener acceso al lugar en donde han peregrinado por los últimos mil años.

Dónde ellos contactan con sus ancestros, con las futuras generaciones y con todos los elementos de la naturaleza.

Beatriz Paz © Solkes

Ha raíz de estos sucesos, ellos empezaron ha salir. Empezaron a pedir ayuda. Empezaron a contar de su cultura.

Se dividieron en tres grupos “uno de ellos dijo: si queremos sobrevivir tenemos que involucrarnos con todos los que están fuera de nuestra cultura y nos puedan ayudar aunque el costo sea perder un poco de nuestra identidad; otros dijeron: bueno, si lo hacemos pero poquito; y los últimos dijeron: preferimos morir en nuestras rancherías antes de ceder”.

“Para nosotros es muy importante que esta cultura se conserve porque es parte de nuestro patrimonio nacional y porque consideramos que el hikuri es un patrimonio universal.”

Beatriz Paz © Solkes

El grupo de indígenas que colaboran con la fundación de Indigenia es del medio, quieren darse a conocer ya que reconocen la importancia de esto para sobrevivir pero no quieren perder su identidad en el proceso. 

Ese es un rasgo muy importante ya que ellos han sido los más herméticos culturalmente hablando pero a raíz de estos problemas muchos han visto la forma de vida del proyecto civilizatorio que tienen y lo han seguido.

Para ellos el hikuri representa tres cosas, donde los antropólogos han visto la conexión de tres formas de evolución… un venado y ahi se concentra la sociedad cazadora.

Es un maíz y ahi esta la sociedad agrícola; es un cactus que te pone y ahi esta la sociedad recolectora, pero son los tres y en ele análisis de sus rituales se nota que ellos consideran al hikuri estas tres cosas.

Cabe recalcar que, no todos en la comunidad saben cortarlos, solo los peyoreteros, y esto es muy importante porque es un cactus de lento crecimiento que crece en el desierto… y si cortan los gajos mal, pues se afecta la raiz y no crece.

La hija de quien hoy en día es uno de los socios de la organización, se murió de disentería.

En el 2013, murieron en esta comunidad, 8 personas, lo cual es mucho si consideras que son solamente tres familias que suman no más de 45 personas en total.

“El hikuri, es el centro de esta cultura y toda la wixárika gira entorno al hikuri.. ósea no es pensable esta cultura sin el hukuri”.

 

La region es desértica y para hacer la desoxidación y todo lo que tienen que poner bajo tierra atravesarían los mantos freáticos y contaminarían el agua de toda la región. Hay mucho dinero de por medio, por ello, no paran de insistir, de presionar.

Esto es sumamente peligroso cuando decimos que es una cultura ancestral, milenaria y que la única forma de sobrevivir es a través de la gente y por eso que se mueran 8 es que se mueran muchas generaciones a futuro. El equipo de Indigenia se conformó por la necesidad del agua, por el gusto de trabajar con la comunidad indígena.

Si estas mineras lograran su objetivo, se acabaría una civilización entera y sustentabilidad de la zona.

La colaboración con otros artistas es fundamental para lograr el objetivo de la fundación.

Beatriz Paz © Solkes

 Se identifica a alguien que trabaje con cualquier disciplina, técnica y que la haga bien, que tenga cierto nivel.

Después de que acceden, se les envía un paquete informativo con imágenes de la cultura para que logren identificarse con ellos. “Ellos nos dan la obra, la vendemos y el dinero se destina a la comunidad. Primordialmente ha realizar una investigación sobre el agua y como mejorar el acceso que ellos tienen a ella.”

 

 

“Estas familias, con las que contactamos tienen una sequía de 8 meses al año y pican en un hoyo y sale agua de charco un poco menos densa que el lodo pero sigue siendo café, anaranjada y la filtran y todo pero sigue llena de parasitos.”

 

Indigenia

La primera campaña, de Indigenia, está pensada para y por el agua. Los artistas locales expondrán arte inspirada en esta cultura y a la vez habrá obras originales Wixárikas. Toda esta obra será subastada y el 100% del dinero obtenido irá para implementar redes de recolección de agua.

Beatriz Paz © Solkes

En la primera campaña, la idea era promocionar el arte de Tutú Témai (Juan de la Cruz Bautista), originario de la comunidad San José del Bajío de los Wixárika. La comunidad de Tutú esta experimentando problemas muy serios por las presiones de grupos capitalistas que quieren arrebatar sus tierras, por la extrema pobreza y por la sequía que dura 8 meses.

Indigenia ha tenido la oportunidad de dar conferencias, crear eventos y puntos de venta para la artesanía Wixárika.

Los Wixárika están en lucha para defender a su comunidad y a su territorio, pues una vez más el gobierno federal pretende imponer un megaproyecto. Obviamente, se verán afectados, nadie a tenido en cuenta y parece ignorar como afectará a los miembros de las comunidades originarias. Ellos, al ser pueblos originarios, tienen un concepto diferente al de la Madre Tierra. Para ellos, los ríos son las venas de la madre tierra, los animales son hermanos. Lo único que ellos como nación indigena quieren es defender su cultura y defender la vida. Lo que ellos quieren como fundación es defender a esta comunidad, defender el patrimonio, que escuchen sus voces.

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