Se acabo el año 2019… y pareciera que algunas costumbres o patrones simplemente no cambian. Por más de que implantamos leyes, normativas estrictas, castigos más severos, consecuencias, penalidades, hay cosas que parecieran no cambiar. Es como si no tuviéramos la capacidad de cambiar o de cierta manera, evolucionar hacia un mejor mañana.
El problema
Lastimosamente nos referimos a los estragos causados por la pólvora, la pólvora ilegal.
El problema reside en que hay una tozuda resistencia a cambiar ciertos patrones culturales que ponen en riesgo a niños y adultos.
Este es un drama anunciado que es cíclico. Un drama en el que miles de colombianos arriesgan su existencia y gastan cantidades exorbitantes de dinero comprando pólvora sin pensar en los peligros que corren ellos, sus hijos y sus bienes.
Cada año, las autoridades nacionales, departamentales y municipales anuncian medidas drásticas y se preparan para evitar lo que ha causado muerte, lesiones irreparables y destrucción, frustrando el futuro de muchas personas y ocasionando lutos irreparables.
Este es un tema tan importante para nosotros que nos parecio necesario hablar con personas de diferentes sectores. En esta ocasión hablamos con Juanita Cataño, diputada del Valle y con Adriana Lievano quién es co fundadora de la Fundación Inti.
Cataño nos comentó que en materia de legislación estamos bien pero hay mucha irresponsabilidad por parte de los adultos ya que en la mayoría de los casos los afectados son menores de edad.
Adriana lievano, quien es co fundadora de la Fundación Inti nos aseguró que la venta de la pólvora ilegal es muy común y su producción no disminuye aunque esto represente muchos riesgos y peligros.
Esto no cambia por el beneficio económico que su venta representa y porque quienes lo compran aún lo ven como un juego y cómo algo que genera diversión, sin medir las reales y graves consecuencias que pueden dejar las quemaduras con pólvora, dice Lievano.
Hay que dejar en claro que existe una industria que cumple con las exigencias y ofrece pólvora segura. Pero, donde hay legalidad existe un lado ilegal. Estamos hablando de una industria que no cumple los estándares mínimos de seguridad y cada año es protagonista de explosiones en polvorerías clandestinas, además de causar tragedias entre quienes aún creen que la pólvora es un juego inocente y obligado como una tradición ancestral.
Los más afectados
Los más afectados son menores de edad. La ciudad de Cali, capital del Valle del Cauca, presenta un problema grave frente a esta temática. Se incautan cientos de kilos de pólvora negra de manera constante. La almacenan en pequeños paquetes de papel, y en bolsas; lista para la elaboración de distintos elementos de pirotecnia.
En el 2017 en Cali, se dieron la mayoría de casos en el país: 35 quemados.
El número de quemados con pólvora durante diciembre de 2018 ascendió a 625 personas, lo que representa una disminución de 14,5 % respecto a la cifra registrada en el mismo periodo de 2017.
Así mismo, los lesionados en diciembre, 229 fueron menores de edad, un 18,5 por ciento menos que en el 2017, año en el que se reportaron 281 menores quemados.
Y, aunque muchos se resisten a los cambios hay otros que están buscándolos. El pasado 20 de noviembre la gobernación del Valle emitió un Decreto donde solicitó a los 42 alcaldes prohibir la fabricación, venta y uso de pólvora con fósforo blanco en manos inexpertas.
Hasta este momento, solo Candelaria se ha negado a hacerlo, en el caso de Cali, la secretaría de Salud anunció que la Administración está próxima a firmar el decreto que acoge el llamado del departamento.
El control por parte de las autoridades es bajo, por internet se puede conseguir pólvora, asegura Juanita Cataño.
Uno ve el noticiero y empiezan la noticias de los menores de edad que han sido quemados, y el corazón a empieza a encoger.
Y, aparecen en mi mente cientos de preguntas, una de ellos es: ¿cómo llegan ellos a la pólvora? Claramente con la ayuda de un adulto. Un adulto altamente irresponsable, confiado y tortalmente desinformado.
Lo que necesitamos
Creo que hace mucho tiempo hemos llegado al límite frente a este problema. Ha llegado el momento de romper con esas creencias que para poder celebrar tenemos que usar pólvora (ilegal) y no tener la precaución necesaria a la hora de hacerlo. Se asumen riesgos innecesarios y mortales.
Para ello, es indispensable cambiar el patrón cultural que nos lleva a arriesgar la integridad de niños a los cuales se les quiere iniciar en los rituales que asocian esas sustancias con la celebración.
Lievano nos aseguró que aunque hay sanciones para la produccion, venta y compra de la póvora ilegal no es suficiente. Asi mismo, las sanciones para los padres que permiten que sus hijos utilicen pólvora y si resultan quemados.
En la última década se han quemado 12.641 personas, esto equivale a más de mil personas por año. Son personas que perdieron su calidad de vida, para siempre.
Las multas pueden llegar a los 787.000 pesos para quienes vendan pólvora en el espacio público o en dentro de las viviendas.
La Alcaldía de Bogotá recordó que está prohibida la distribución, comercialización, transporte y manipulación de fuegos pirotécnicos a niños, niñas y adolescentes.
Nos deberíamos preguntar: deberían ser ilegales? La producción de ella debería terminar por completo? Aunque las cifras de quemados han bajado, con respecto a los años anteriores en el país la pesadilla no desaparece. Se siguen repitiendo las historias de niños y adultos que tienen que pasar esta temporada dicembrina en hospitales por la manipulación de la pólvora.