Un lugar para el descanso: Barichara

En el centro del departamento de Santander los viajeros encuentran experiencias que se complementan. Barichara es calma y silencio. Un lugar de clima cálido y seco con calles de piedra que pertenece a la Red de Pueblos Patrimonio de Colombia (la Red Turística de Pueblos Patrimonio de Colombia, ha logrado que 17 pueblos colombianos sean declarados “Bien de Interés Cultural Nacional”).

Barichara

Nessa Twix © Solkes

Empezemos por ubicarnos. Barichara es un municipio colombiano ubicado en el departamento de Santander. Forma parte de la provincia de Guanentá.

La población es reconocida por sus construcciones de finales del siglo XVIII. El sector antiguo de la población fue declarado patrimonio cultural del país mediante decreto 1654 de 1978.

En contraste con la modernidad de la capital, este es un pueblo colonial de incomparable belleza y conservación. Sus casas de estilo andaluz exhiben con orgullo la habilidad de los pacientes talladores de roca que moldearon este pueblito, roca por roca.

Sus calles están forradas en piedras de color arcilloso, se atraviesan plazas llenas de árboles y se ven fachadas de tapia pisada en las casas, techadas con tejas de barro.

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Escondida entre montañas, pastos y cielos azules se encuentra uno de los orgullos del Departamento de Santander y de todo colombiano que ame su país.

hogar de los guane

Barichara fue el hogar de los guane. Ellos fueron un pueblo indígena. La práctica cultural los relaciona con pueblos como los quimbaya, panches, pijaos, laches, muiscas y chancos y con culturas distantes como la maya, la nazca y la paracas; los guanes, en su caso, lo hacían para demostrar mayor ferocidad en sus rostros, y parecerse a los felinos.

Lugar para el descanso.

– Lengua Santander –

La aldea de Móncora, actualmente conocida como corregimiento de Guane, en Barichara, fue escogida por los españoles como un área de reubicación y adoctrinamiento de guanes sobrevivientes. En 1617 los caciques de Móncora, Choagüete, Corotá, Butaregua y Guanentá, afirmaban en una carta que en Móncora “tenemos iglesias y en ella hacemos nuestra festividades”.

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En el antiguo lenguaje guanes Barichara significa “Lugar para el descanso”. Es sin duda el nombre más aporpiado para este lugar.

Un lugar que acoge las almas cansadas o hastiadas de rutinas y días grises. Aquí todo es color, sonrisa y piar de colibríes cada mañana.

Barichara no fue fundada hasta 1705 cuando los españoles quisieron conmemorar una aparición de la Virgen María tallada en una roca. Por eso mismo se construyo ahí una iglesia.

Y es este dato, el que nos da pie a la leyenda del milagro de la piedra. Sucedió a inicios del siglo XVIII, en el año 1702 un campesino de la región se encontró con la Virgen. La aparición se hizo sobre una piedra donde la imagen apareció tallada claramente.

La esencia del lugar

Una vez superado el tema de la leyenda es necesario regresar a la esencia de esta lugar. Parte de su esencia esta en sus colores. Este lugar es tricolor: el blanco, verde y ocre reinan en sus calles de piedra, balcones de madera y tapias pisadas.

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Barichara, guarda un aura especial. Recorrerla a pie, caminar por el parque, las iglesias y los alrededores es algo que no tiene precio. Es visitado por extranjeros y Colombianos que buscan calma.

Este municipio fue declarado Monumento Nacional en 1978 y desde entonces ha sido un lugar obligado para aquellos turistas que visitan la región y desean disfrutar un ambiente tranquilo.

Pero Barichara ofrece mucho más. A pocos kilómetros se encuentran los deportes extremos, las cuevas y los ríos, innumerables pueblos coloniales como Guane, con sus fósiles petrificados, San Gil, con sus parques y sus ríos, Curití con las artesanías en fíque o Socorro con su hermosa arquitectura y su ambiente antiguo y colonial. Un lugar lleno de cuevas, deportes extremos, ríos, cascadas, enormes montañas.

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Barichara, la niña de los ojos de Colombia, tiene aroma a calidad de vida. Este pueblecito es considerado por muchos, el más hermoso del país. El tiempo no vuela sino que pasa lentamente, el clima no es bueno sino que es mejor, y la gente te embriaga con una hospitalidad sincera y diría que innata.

Barichara está lleno de artistas, en cada una de sus calles se pueden encontrar artesanías.

La mayor fama de Barichara esta en sus talladores, es un pueblo famoso por su trabajo en piedra y mármol que se extrae de sus alrededores y se trabaja por tradición.

En el fondo siempre hay montañas y nubes de algodón entrelazadas. Ciertamente despertarse, sin importar el reloj, es un placer porque los árboles y las plantas dan los buenos días.

Comida y opciones culturales

La gastronomia es ansolutamente increíble e incomparable. Solo tengo que decir: Hormigas Culonas. Asados y salados, estos insectos del tamaño de cucaracha se comen como si fuesen cacahuetes. Son capaces de dar sabor a las comidas como nadie se hubiese imaginado. Quiero hacer un parentesis, los colombianos no son los únicos que comen insectos. En varios países de Latinoamérica y Asia es habitual comer grillos, saltamontes y gorgojos, ricos en proteínas y vitaminas.

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Desde Barichara se puede viajar a diferentes destinos hermosos y cercanos. Las opciones son múltiples, sobre todo teniendo tan cerca a San Gil, la capital colombiana de los deportes extremos (Rafting, escalada, parapente, etc..) o el trepidante Valle del Chicamocha, donde los ríos cicatrizan un paisaje vertiginoso.

Un retiro soñado

Nessa Twix © Solkes

Barichara ofrece actividades que atraen a los turistas. El municipio cuenta con numerosos restaurantes, hoteles, cafés y bares que conservan la arquitectura colonial. También ha sido locación para telenovelas y películas, así como festivales de cine (Festival de Cine Verde de Barichara), teatro y otros eventos.

Sin duda alguna, es uno de los grandes orgullos de los santandereanos y no es para menos. Después de todo, para ostentar el título de ser “el pueblo más lindo” en un país que tiene tantos paisajes hermosos y municipios de gran tradición, es porque este lugar tiene algo realmente especial.

En este pueblo, el sol juega con los colores. Y como es de esperarse en un lugar tan mágico como este, la cultura se vive a flor de piel. Un retiro soñado en el que una colorida hamaca de tela nos acobija y los sonidos inconfundibles de la naturaleza en la noche son la banda sonora.

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