El muro de la vergüenza, así lo conoce mucha gente. Como si no fuera suficiente después de que el mundo fuera absorbido básicamente por la Segunda Guerra Mundial, Alemania y su capital, fueron divididas por un muro.
Un muro que ponía en evidencia las diferencias entre los aliados, el cuarteto que ganó la guerra y liberó al mundo de la dictadura nacionalsocialista que abatía a todo tipo de personas.
La división
Aunque todo el país quedó dividido en dos: RDA (la República Democrática Alemana; socialista, Berlín Oriental) y la RFA (la República Federal de Alemania; capitalista, Berlín Occidental) la capital alemana, la del país derrotado, sufrió sin duda una de las separaciones más duras.
No sólo porque estaba dividida entre los vencedores, sino porque esta ciudad tenía una frontera física.
La pesadilla comenzó el 13 de agosto de 1961, fecha en la que el gobierno de la RDA exigió cerrar las fronteras con Berlín Occidental. Para empeorar las cosas, el muro se construyó de la noche a la mañana.
Laura Viera A: Luis Eduardo, ¿tu tienes amigos que vivieron esa sepración con sus familias?
Luis Eduardo Solano: Sí. Aun mantengo contacto con algunos de ellos. Ellos cuentan que fueron a estudiar ese día y que cuando quisieron regresar a sus casas, pues no pudieron hacerlo por el muro. Después de algunos años cuando la situación se “noramlizo” un poco podían ir a visiatr a sus padres por unas horas pero después siempre tenian que regresar a Berlín Occidental.
Pocos días después, el 22 de agosto, el ministro del Interior de la RDA organizó siete puntos de paso para coches y uno para trenes que podían utilizar los habitantes de Berlín Occidental y la RFA.
Esto significaba que estaba prohibido cruzar la frontera para los ciudadanos de ambos lados.
Para hacerlo, era necesario que fueran de la misma ciudad, tuvieran la documentación adecuada y se dirigieran a uno de los muchos puntos de cruce.
Laura Viera A: ¿Cómo era el proceso de cruzar la frontera para ti?
Luis Eduardo Solano: Pues yo vine como estudiante en un intercambio entre la Universidad de Tunja y la Universidad Tecnica de Berlin entonces yo tenía un permiso que me permitia cruzar hacia el lado oriental sin problema. Sin embargo, debo decir que lo miraban a uno mucho, revisan la documentación de manera excesiva, mil preguntas, los guardias de la RDA eran agresivos, se intentaban aprovechar, era muy estresante cruzar.
Fueron 30 años
Finalmente, 30 años después, el pueblo consiguió lo que quería: la libertad dentro de su propio país.
La noche del 9 de noviembre de 1989, poco antes de las 19.00 horas, Günter Schabowski, que era secretario general del Partido Socialista Unificado, anunció en una rueda de prensa una nueva normativa por la que se permitiría a los alemanes del Este cruzar la frontera con el debido permiso.
Esto resultó ser uno de los mayores errores burocráticos de la historia. La gente ya no podía soportarlo. Había demasiada represión.
Casi tres décadas de familias destrozadas. Como era de esperar, la gente exigió un cambio y lo hizo de forma persistente, negándose a ceder un ápice pero haciéndolo siempre de forma pacífica.
El 6 de noviembre se presentó un proyecto de ley sobre el tráfico en la frontera. El objetivo era disminuir el éxodo hacia Checoslovaquia.
Pero esta ley no fue suficiente. Durante las manifestaciones en Leipzig y Berlín, se hizo evidente que la gente no estaba satisfecha con la nueva normativa.
La noticia corrió como la pólvora
Esta normativa se revisó el 9 de noviembre e incluyó un cambio en las visitas. En teoría, en el futuro, las personas tendrían condiciones especiales para cruzar la frontera y un visado para viajes privados.
Lo que ocurrió durante la rueda de prensa fue lo siguiente: Schabowski (Secretario General del SED) anunció antes de tiempo la nueva normativa. En ese preciso momento, se produjeron algunos problemas de comunicación y explicó al periodista que era posible viajar “sin ninguna condición especial, el motivo del viaje o los vínculos familiares”.
Laura Viera A: Exactamente ¿qué fue lo que paso?
Luis Eduardo Solano: Como hemos hablado, fue por un error humano. Günter Schabowski no logró encontrar una respuesta a la pregunta del periodista durante la rueda de prensa. En ese momento, respondio que según lo que entendía este decreto era efectivo de manera inmediata. Y, lo demas es historia. A los pocos minutos todas las personas se habían enterado y empezaron a llegar a diferenres puntos del muro.
Además, aseguró que la normativa entraría en vigor de forma inmediata “hasta donde yo sé, de forma inmediata, sin demora”. La declaración de Schabowski fue, lo que el primer canal de noticias alemán calificó como la noticia más importante del día bajo el título “La RDA abre sus fronteras”.
Como resultado, la noticia se extendió como un reguero de pólvora. Con el paso de las horas, miles de berlineses orientales comenzaron a dirigirse a los seis pasos fronterizos del Muro de Berlín. Nadie se lo esperaba, al fin y al cabo, la declaración fue un error, un malentendido.
Obviamente, los guardias fronterizos no entendían lo que estaba pasando, la situación era, en el mejor de los casos, poco clara. A medida que avanzaba la noche, la gente quería cruzar al otro lado del muro de 3,6 metros de altura, con 41 millas de alambre de espino que dividía Berlín, Alemania y el mundo. La multitud superaba ampliamente a los guardias fronterizos, y nadie estaba dispuesto a ordenar la fuerza letal. Finalmente, a las 11:30 de la noche, el oficial de la Stasi Herald Jäger decidió abrir las puertas y permitir que la gente entrara en Berlín Occidental.
“Estábamos en una fiesta de cumpleaños y, al cabo de un rato, nos dijeron que el muro había caído. Para nosotros la decisión fue sencilla: lo celebraríamos en la calle. Fuimos al paso fronterizo más cercano y lo cruzamos. La idea era ir a Alexanderplatz, pero a mitad de camino nos encontramos con alguien del otro lado del muro y fuimos a su casa y continuamos la fiesta allí”, cuenta Andreas con voz entrecortada.
Al otro lado de la frontera de paso, los puntos eran multitudinarios. Alrededor de las 11:30 pm la multitud era tan grande que los responsables del control fronterizo, sin saber las instrucciones oficiales, decidieron abrir las puertas. “Es un día que nunca olvidaré. Me cambió la vida”, dice Katerina.
Lo que ocurrió a continuación fue sencillamente asombroso, alrededor de 20.000 personas cruzaron el muro por el puente Bösebrücke. El resto de los controles fronterizos se abrieron durante la noche.
Laura Viera A: ¿Tu donde estabas cuadno cayo el muro?
Luis Eduardo Solano: En ese momento yo trabajaba en una hamburgueseria, era un trabajo de estudiante. Cuando regresaba a mi casa y estaba en el metro me empece a dar cuenta que habia algo distinto en el ambiente. En ese minuto no sabia que pasaba y cuando llegue a la casa de mi novia ella me comento lo que pasaba y pues salimos hacia xxxx. Ese lugar ya estaba lleno de gente, muchisima gente. Entonces nos fuimos a otra parte del muro. No habia nadie del lado occidental, muy pocas del oriental pero lentamente empezaban a llegar.
Laura Viera A: Y ¿qué paso después?
Luis Eduardo Solano: Pues, en ese momento mientras todos querian entrar a la parte occidental yo queria ver la oriental. Entre por una esquina, iba encontra del flujo de la gente. En un momento me di cuenta que estaba rodeada de un montón de jóvenes y el plan era ir a la puerta de brandenburgo y después de un rato empezarona a decir que debiamos tener cuidado porque estaban disparando. Yo, tome una decisión, yo no sabia que iba a pasar y no queria que estuviera afectada ni mi integridad fisica no tener problemas por mi permiso de residencia.
Debido a la revolución pacífica en la República Federal de Alemania y a los numerosos cambios en Europa, el Muro de Berlín cayó esa noche. Esa noche ninguno de los 31 controles fronterizos, los 640 perros adiestrados o los 1.400 soldados detuvieron a la multitud que quería su libertad.
Durante los días siguientes, toda la ciudad se vio inmersa en varios momentos de alegría. En el aire flotaba un ambiente de fiesta. “Era una felicidad coleccionable, nuestros corazones se elevaban”, recuerda Andreas.
En el transcurso de los días siguientes, la frontera se abrió por toda la ciudad, el 22 de diciembre se levantó el control fronterizo en Brandenburger Tor. La demolición del muro que cortaba la ciudad por la mitad tuvo lugar entre junio y noviembre de 1990.
Su recuerdo sigue vivo
Hoy en día, quien esté interesado puede seguir más de 20 kilómetros del antiguo trazado del Muro de Berlín que está marcado por una doble fila de adoquines. Sin duda, la Bernauer Straße 111 es el mejor lugar para ver y comprender cómo era el Muro de Berlín; la anchura de la franja fronteriza y la construcción de los numerosos puestos fronterizos.
Fue inhumano que nos “encerraran” de esa manera – Andreas
Aunque el Muro de Berlín desapareció, su recuerdo sigue vivo. A muchos les choca que queden tan pocos restos, en realidad son pocos los tramos y algunas torres de vigilancia que aún existen en la Postdamer Platz, la Bernauer Straße o la East Side Gallery.
Sin duda, los restos de los pasos fronterizos han perdido todo su matiz de horror y terror. Uno de ellos y quizás uno de los más reconocidos es el Check Point Charlie.
En un estilo muy alemán, la memoria histórica es un tema que manejan a la perfección. Son conscientes de la truculencia que provocaron los nacionalsocialistas, del sufrimiento que hicieron pasar a su propio pueblo, de la represión, la frustración y la división que supuso el Muro. Por ello, los lugares que conmemoran a los que murieron y sufrieron a lo largo del Muro de Berlín nos invitan a meditar para entender lo que realmente ocurrió.
Una celebración especial de la reunificación
Para celebrar la reunificación de la ciudad y el país, Berlín volvió a ser una ciudad dividida.
Ocho mil globos blancos formaron una línea luminosa de 15 kilómetros desde el 7 hasta el 9 de noviembre.
Se soltaron en el cielo nocturno, llevando mensajes de esperanza. Llevando mensajes de reunificaión para que una tragedia como esta no sucediera nunca más.
Había pantallas en distintos puntos de la ciudad que reproducían escenas de la revolución pacífica antes de la caída del Muro.
La idea era que toda la gente, todas las generaciones, pudieran ver lo que ocurría y la represión que vivían; niños suplicando a otros que no se llevaran a sus madres, otros en la cárcel por haber expresado su opinión, enfrentamientos continuos con la policía, gente desesperada y asustada.
Laura Viera A: Cual fue el ambiente en Berlin después de que el muro cayo?
Luis Eduardo Solano: Fue un ambiente de locura. La gente acá no suele y despelucarse para celebrar. Pero, esas semanas fueron semanas de fiesta, fueron momentos como extraños. Algunas semanas después ya entró la realidad de la vida y del cambio.
¡Aun siendo totalmente conscientes de la situación en la que estaban inmersos, mujeres y hombres de todo Berlín y Alemania se hicieron partícipes de la revolución pacífica y gritaron: somos el pueblo!
Los sentimientos y las emociones por las celebraciones que se llevaron a cabo estaban a flor de piel, era una experiencia única en la vida, irrepetible.
El Muro
Admiro profundamente a los alemanes. Y la gente podría pensar inmediatamente que hay que admirarlos por su fuerte economía, su gobierno y su eficiencia. Pero, después de vivir aquí durante más de una década, los admiro porque, aparte de todas esas maravillosas características, reconstruyeron su propio país y su sociedad.
Fueron capaces de superar el odio. Consiguieron derribar un muro, no sólo el muro construido que se veía en Berlín y se sentía en todo el país. Derribaron el muro que separaba a sus familias, sus amigos, su vida.
Yo no había nacido cuando se construyó el Muro de Berlín. Era menor de edad y vivía en otro continente cuando se derribó. Hoy, muchos años después, estoy aquí. Vivo en un país que fue dividido y en una ciudad que fue encarcelada.