Mujeres en la construcción de lo público

Las mujeres del grupo también quieren participar, y piden la palabra para ser escuchadas. Dicen que es su turno tanto en el centro de pensamiento, como a futuro en el manejo de lo público en Pueblo Viejo, y que quieren dar a conocer sus planteamientos.

Nessa Twix ©Solkes

La jurista inicia con una introducción sobre el papel de la mujer en el campo del desarrollo social, que nos permite conocer la valía de nuestras mujeres, y entonces se lleva la atención del auditorio cuando con la misma voz que enamora corazones empieza a señalar:

“Con el paso del tiempo y hasta nuestros días las mujeres hemos logrado una serie de conquistas sociales. Mujer significaba debilidad, sumisión, obediencia, procreación entre otros. Hoy mujer significa capacidad, inteligencia, organización. En fin, base y soporte fundamental de la sociedad.

La mujer ha alcanzado peldaños importantes empezando por el derecho a la educación, al trabajo remunerado y contar con la identificación como ciudadana, así como el derecho a votar que en algunas generaciones anteriores no les fue posible. La mujer ha logrado espacios con esfuerzo, en una lucha interminable, hasta lograr incluso un porcentaje de participación de género en cargos directivos en el gobierno.

La mujer al mejorar su nivel educativo y cultural, al obtener mayores conocimientos en diferentes ramas del saber, se ha hecho partícipe efectiva en el análisis de los problemas sociales como en la búsqueda de soluciones, tan es así que su promoción a posiciones oficiales y privadas es una realidad permanente.

Todos estos factores han determinado en la mujer cierta preeminencia política y social, que han influido en los legisladores para que se les reconozca igualdad jurídica respecto del varón, especialmente en el seno de la familia y en detrimento de la jerarquía familiar.

Pero aún con las conquistas obtenidas y su población, la representación femenina en las ramas del poder público sigue siendo mínima. En este aspecto ha sido importante demostrar que lo que se necesita es una mayoría que cambie la política y el país, porque lo importante es dejar atrás la vieja discusión del “sexo débil” y llevar al debate político las ideas, más cuando lo que debemos es propender por ganar un espacio que nos permita posicionarnos cada vez más en los distintos escenarios locales, regionales y nacionales, con una población mayoritaria en el país que sólo ha sido usada en ocasiones para conseguir votos, y que los partidos cuando integran listas con mujeres tratan de mostrar un pluralismo que en la práctica no se da.

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En tiempos pasados fueron desconocidos varios derechos a la mujer, que hoy vienen consolidándose con la ampliación de la democracia y con el desarrollo de los derechos de igualdad y de respeto a la mujer; conquistas que no han sido gratis y que le han significado la búsqueda de mejores escenarios laborales y políticos.

Si damos una mirada a estos esfuerzos y logros de la mujer a través de nuestra historia, encontramos las siguientes conquistas de la mujer colombiana en las últimas décadas:

1932: Hasta ese año la mujer no podía manejar sus propios bienes, ni siquiera si recibía una herencia. Su dinero era manejado por su marido, hermano o tutor varón. Con ésta victoria, las mujeres alcanzamos una independencia económica.

1933: En el gobierno de Enrique Olaya Herrera la mujer obtuvo dos importantes logros en materia educativa: la autorización para cursar el bachillerato y la posibilidad de ingresar a la universidad.

1954: Bajo el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, se le reconocen los derechos políticos a la mujer al facultarla para que pudiera votar y para que obtuviera una cédula. Dos años después de que la Asamblea Nacional Constituyente aprobara esta reforma, fue expedida la primera cédula femenina a doña Carola Correa de Rojas el 25 de mayo de 1956.

1956: Josefina Valencia se convirtió en la primera mujer que alcanzó una cartera ministerial, al ser nombrada por Rojas Pinilla como Ministra de Comunicaciones.

1957: El 1º de diciembre de ese año con una participación de 40% del total de electores, las mujeres estrenaron el derecho a sufragar.

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1958: Esmeralda Arboleda fue elegida primera mujer senadora de Colombia.

1974: Mediante Decreto No. 2820 de 1974 se otorgaron iguales derechos y obligaciones a las mujeres y a los varones.

1976: A través de la Ley 1ª de 1976, se instituyó plena capacidad de la mujer para administrar y disponer de todos sus bienes.

Sin embargo a pesar de las conquistas del género femenino, encontramos que la presencia en la vida política y económica en nuestro país, si bien es importante, dista de ser la real.

Hemos ganado importantes espacios en la vida democrática, demostrado capacidades en el manejo de recursos públicos, sido gestoras de grandes proyectos económicos, pero proporcionalmente frente a los hombres estamos lejos de acercarnos siquiera al manejo que porcentualmente nos corresponde”.

A continuación fue presentada una politóloga que igualmente hace parte de nuestra generación. Ella se refirió a la celebración del día internacional de la mujer, próximo a celebrarse en Pueblo Viejo y al interior del grupo quiere dar a conocer las palabras que tiene preparadas para ese evento exclusivamente dirigido al género fuerte de la vida humana:

“Cuando repasamos la historia, encontramos que entre los ilustrados franceses, como Condorcet uno de los creadores del programa ideológico de la revolución francesa, se proclamaba el reconocimiento al papel social de las mujeres. Y fue justamente “la Ilustración” la que permitió, entre muchas otras cosas, que las mujeres, antes subordinadas, invisibles, oprimidas y negadas, pudieran convertirse en seres aportadores al movimiento de transformación social que tuvo su apogeo en 1789.

De allí surgió, por ejemplo, Olympe de Gouges, defensora de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, tanto en lo público como en lo privado. Sus planteamientos altamente revolucionarios, tenían que ver con el voto, el acceso al trabajo público, a la posesión de propiedades y a formar parte del ejército. Al redactar los derechos de la mujer y de la ciudadana, ella se erigió como una precursora de los llamados movimientos feministas que se sumaron a las banderas revolucionarias de igualdad, fraternidad y libertad. Olympe muestra su entereza cuando dijo “Si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe también tener el derecho de subir a la tribuna”. Finalmente fue ejecutada en la guillotina.

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En el siglo XIX, las mujeres también se vinculan a los movimientos sociales por los tres ochos: ocho horas de estudio, ocho de trabajo y ocho de descanso, que tuvieron su cúspide en las gestas de los Mártires de Chicago.

En marzo de 1911 un grupo de 140 jóvenes mujeres obreras –la mayoría inmigrantes- de una fábrica textil de Nueva York, decidieron iniciar una huelga para exigir mejores condiciones físicas y laborales. En medio de la protesta se desató un voraz incendio cuyo origen nunca se descubrió y muchas de ellas murieron calcinadas. La tragedia tuvo inmensas repercusiones en la legislación laboral de Estados Unidos por efecto del horror que produjo el drama y las condiciones de trabajo de miles de mujeres en el mundo. Un año antes, la Conferencia de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhage (Dinamarca), había proclamado el Día Internacional de la Mujer Trabajadora con el propósito de disponer de una fecha que les permitiera marchar simultáneamente en varios países para poder reclamar sus derechos.

En 1911, varios países europeos, entre ellos Suiza, Alemania, Austria y Dinamarca celebraron el día de la mujer. Pero cuando sucedió el incendio de la fábrica, la solidaridad se extendió, la conmemoración se masificó y año tras año, desde entonces, salieron a marchar las mujeres de Rusia, Europa Occidental y Estados Unidos. Finalmente, Naciones Unidas ordenó fijar oficialmente la celebración de tal día, el 8 de marzo de cada año.

Cuando se aborda este tema, no se puede pasar por alto que en Colombia, hay muchos casos históricos en que las mujeres han sido protagonistas de enormes movimientos. Las mujeres fuimos fundamentales en la lucha independentista. Es que la participación de la mujer siempre ha estado presente en la conquista de las luchas sociales. Solo para citar, dos hechos históricos no tan conocidos: el de las heroínas Justa Estepa y Concepción Buenahora, fusiladas junto a valientes aguerridos luchadores de la libertad con quienes organizaron la insurrección de Pore en los Llanos Orientales, en 1809 en contra del Virrey Amar y Borbón. Y, en la época de la revolución llanera el papel decisivo y la mitad de la lucha que cumplieron las mujeres leales tanto a sus hombres como a sus ideales, más cuando se trataba de la defensa de sus derechos, la vida o la libertad.

En esa lucha por las justas reclamaciones sociales, también tenemos que en 1920 se presentó la huelga de señoritas trabajadoras de la Fábrica de Tejidos de Bello (Antioquia). Las mujeres de esa compañía laboraban en condiciones indignas: descalzas, acosadas por supervisores, maltratadas por los administradores que las obligaban a trabajar enfermas, con jornadas de catorce y más horas, “jornales” bajos, en fin. Cerca de cuatrocientas de ellas decidieron parar la producción, al tiempo que los hombres (unos ciento cincuenta) se mostraron reacios a participar en el cese de actividades.

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En aquella huelga (la primera en Colombia con ese nombre), que gozó de las simpatías populares, floreció una dirigente: Betsabé Espinal con tan sólo 24 años, quien levantó su voz contra el administrador de la empresa, Emilio Restrepo, aquel que decía: “El que manda, manda”, y convocó al resto a sumarse a la liza obrera. No fue un movimiento social de género, sino de reivindicaciones laborales. Las muchachas, a las que más tarde se sumaron los hombres, triunfaron en sus peticiones.

María Cano, poetisa y dirigente obrera, es otro de los paradigmas en la vinculación de la mujer a las resistencias populares. Su participación en huelgas, organización de trabajadores, impulso a nuevas ideas, la hizo nombrar por los obreros como la “Flor del Trabajo”.

Con esos singulares ejemplos vemos que la lucha de las mujeres por sus derechos, conduce a las reivindicaciones colectivas sociales. Sin embargo, será la larga lucha de hombres y mujeres la que indique los caminos para que a unos y otras les sean reconocidos derechos y conquisten nuevos escenarios. En todo caso en nuestro país será el voto para las mujeres, la educación y el control de la fecundidad, lo que marca los linderos de las grandes conquistas de género.

Podemos decir, que en nuestro medio, generalmente en la celebración del día de la mujer en muchas partes se nos regala una rosa. Ese hecho proviene del eslogan “pan y rosas”, asociado a la famosa huelga textilera de 1911 en Massachusetts, en la cual las líderes femeninas reclamaban el derecho de las mujeres de recibir un salario justo y condiciones laborales dignas.

Sin embargo, sin desconocer la conquista de derechos que hemos adquirido las mujeres en el transcurso de décadas, ese envío de rosas, esconde un festejo frustrante y triste realidad: la equidad de género sigue siendo todavía un sueño lejano.

Por nuestra capacidad hemos escuchado que somos tan capaces como los hombres. Ese hecho nos ha llevado a labrar por nuestros propios méritos mejores condiciones de vida familiar, ser soporte indiscutible en nuestros hogares, escalar profesionalmente en diferentes disciplinas, ser importantes ejecutoras de recursos públicos, en fin mostrar nuestra capacidad en distintos frentes para señalar que la mujer es imprescindible en la vida humana.

Pero a pesar de las conquistas que hemos logrado, la desigualdad de género es latente y se ve en la “feminización” de la pobreza. Hay más probabilidad de que una mujer sea pobre y tenga hambre que un hombre, a causa de múltiples tipos de discriminación que operan en los sectores de la educación, la salud y el empleo. Internacionalmente, las mujeres representan el 70% de los pobres. Y aunque realizan el 66% de todos los trabajos y producen más de la mitad de los alimentos que los humanos consumimos, ganan tan sólo 10% de los ingresos y son dueñas de un escaso 1% de las propiedades mundiales.

Veamos los siguientes aspectos. En materia de derechos humanos, se registra mayores violaciones contra sus defensoras. La paradoja es que la mayoría de los Estados aceptan la normativa internacional para prevenir, combatir y castigar la discriminación y violencia contra la mujer. Reconocen que la igualdad y los derechos de la mujer son derechos humanos, lo cual da a ésta el poder de demandarlos. Desde 1979, una red de instrumentos jurídicos viene consolidando un sistema de protección con reiterada jurisprudencia. Los estatutos del Tribunal Penal Internacional y los Tribunales para antigua Yugoslavia y Ruanda afrontaron delitos de género durante los conflictos armados.

Lamentablemente, la claridad cada vez mayor de la legislación internacional no encuentra correspondencia en las prácticas de los Estados y esto es inaceptable. No hay nada inevitable en materia de violencia contra las mujeres y nada que ganar desviando la mirada hacia otro lado. Al contrario, promover y defender los derechos de la mujer hace avanzar a las sociedades en su conjunto.

Pero permítanme decirles, que quiero es un espacio de reflexión, no de retórica, una invitación a mis colegas de género frente a nuestro liderazgo decisivo y un compromiso sostenible frente a las prácticas abusivas y la discriminación.

En cuanto a los índices de violencia, entre los 15 y 44 años la violencia constituye una de las primeras causas de muerte femenina. Igualmente las cifras son reveladoras cuando estudios indican que las mujeres y niñas constituyen el 80% del tráfico humano. Tampoco se puede desconocer que en los conflictos armados, también la mujer es víctima mayoritaria de la violencia sexual y el desplazamiento.

Nessa Twix © Solkes

En la actividad política, el poder político nacional e internacional sigue concentrándose en manos de los hombres, y con ello también la decisión de adoptar mecanismos que busquen la equidad de género. Hemos alcanzado derechos políticos, “status” laboral gracias a nuestra educación y capacidades, pero eso tampoco es suficiente. La eliminación de la discriminación de género y la valorización de las mujeres y de las niñas son estrategias indispensables para que alcancemos el éxito en nuestra lucha contra la pobreza.

En la pelea por las conquistas sociales como mujeres, podremos sentirnos derrotadas algunas veces hasta llegar a la victoria, pero por encima de todo lo que nunca dejaremos de ser es un “taller de seres humanos que aportamos a las luchas y transformaciones sociales. Por eso bien se ha dicho que las mujeres sostienen la mitad del cielo. Pero en realidad somos el cielo mismo”.

NOTA: * fragmento de CANTANDO VERDADES por GUSTAVO TORRES HERRERA. Argenta Editorial, Buenos Aires 2015.

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