Salvando vidas en Costa Rica

Ella es Colleen Mitchell, el bebé que tiene en sus brazos, apenas tiene unos días o tal vez horas de nacido, es hijo de una mujer que pertenece a la etnia indígena Cabécar, una de las más representativas de Costa Rica.

A Colleen la conocí en abril de este año, en nuestra primera clase para la formación de doulas (acompañantes de pre-parto, labor y post-parto), en la ciudad de San José. Desde su presentación, y a lo largo de los días compartidos, ha crecido en mí una fuerte admiración tanto por todo el servicio social que lleva a cabo, como por su calidad humana.

Foto: Gregory Mitchell © Solkes

Colleen, junto con su esposo Greg y sus cinco hijos varones, son una familia de misioneros católicos que en enero de 2011, dejaron su hogar en Louisiana y se instalaron en Turrialba, en la Provincia de Cartago, Costa Rica, con la finalidad de darle curso a su vocación de ayudar a las poblaciones más vulnerables.

El lugar y el problema

En las Reservas montañosas del distrito de Chirripó, Turrialba, se encuentra la mayor concentración de los Cabécar. Lejos de toda civilización, viviendo entre las montañas, divididos en 60 aldeas, dispersas a lo largo y ancho de este territorio, los cabécares han salvaguardado todas sus tradiciones y mantienen sus costumbres y rutina, lejos del ajetreo de la modernidad. Sin embargo, esto conlleva algunos problemas, uno de ellos, es que viviendo entre las montañas, no tienen acceso cercano a servicios médicos que puedan mejorar su calidad de vida y evitar pérdidas innecesarias.

Foto: Colleen Mitchell © Solkes

Uno de los problemas más evidentes, se presenta cuando una mujer cabécara queda embarazada. Viviendo tan lejos y con tanta dificultad para acceder a atención prenatal, si se le presenta algún inconveniente durante su gestación o si ya está en los días por parir o ya iniciado el proceso de labor de parto. La mujer debe caminar por largas horas e incluso, en algunos casos hasta dos días, para llegar al centro hospitalario más cercano.

Se ha dado casos de mujeres que dan a luz en el camino, otras que llegan al hospital y resulta que aún no estaban en labor y son mandadas de vuelta a su casa a esperar. Nuevamente horas de camino a pie, por senderos nada acondicionados.

También aquella, que con su bebé recién nacido, va de regreso a su aldea y estando allá, observa que el niño presenta algún problema de salud y debe regresar. La que debe dejar a su bebé en cuidados intensivos por algunos días en el hospital, sin tener cómo ni dónde dormir, asearse o comer.

Por toda esta situación, la población Cabécar, ha presentado tasas de mortalidad infantil y materna hasta casi cinco veces mayores que el resto de la población de Costa Rica.

Foto: Gregory Mitchell © Solkes

Creando el St. Francis Emaus Center

Viendo esta situación, los Mitchell deciden crear el St. Francis Emaus Center, o Centro San Francisco Emaús, como uno de los proyectos que manejan a través de su ONG St. Bryce Missions. Acá reciben a las futuras madres cabécares días e incluso semanas antes y después del parto y a sus recién nacidos, brindándoles un ambiente confortable, seguro y cálido. El centro está acondicionado para recibir hasta 10 mamás con sus bebés, no sólo les dan estadía y sustento, también se les ofrece talleres para mejorar su calidad de vida y las de sus pequeños, tales como:

* Cuidado prenatal y Nutrición

* Preparación para el parto

* Desarrollo Infantil temprano

* Comprensión de la Fertilidad y los Ciclos

En 2014, la familia Mitchell recibió una maravillosa noticia, y es que para ese año según las estadísticas, había disminuido la tasa de mortalidad infantil en la población Cabécar en un muy significativo 50%. No sólo se les está dando apoyo y refugio a estas mujeres en estado de gravidez, sino que literalmente se están salvando muchas vidas. Así se los hizo saber a través de una carta que les enviara, la Dra. Carmen Rodríguez Picado, Directora Médica Área de Salud Turrialba Jiménez.

Además de lo evidente, de lo hermoso y valioso del trabajo que realizan dentro de este centro, si algo me ha conmovido y motivado, es el amor que Colleen profesa por lo que hace, por sus mujeres, cómo ella las llama.

Haciendo algo por los más necesitados

Colleen lo inspira a uno a ayudar, a hacer algo por los más necesitados. Es una mujer apasionada en su labor, siempre busca cómo mejorar el servicio que presta, cómo llegarle a una población, a la que por su cultura muy particular, no es sencillo llegarle, cómo brindar todo ese amor que ella tiene por dentro y está dispuesta a regar por donde pasa.

Foto: Chesea Timmons © Solkes

Precisamente por esta razón, busca cada vez tener más herramientas y conocimientos que puedan ayudarla en su misión y me consta, que cada una de las lecciones que aprende en el curso de doula que compartimos, las pone en práctica, apenas tiene la oportunidad de reunirse con alguna de las huéspedes de su albergue.

Creo que tenemos tanto que aprender de personas como Colleen y su familia, tal vez no estemos en situación de montar un albergue o entregarnos por completo al servicio voluntario, pero siempre podemos hacer algo por los demás, compartir y multiplicar estas historias, estas iniciativas, seguro nos ayudará a forjarnos un futuro y un mundo mucho más amable para todos. A Colleen y su gente, muchas gracias, por ayudar e inspirarnos.

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