Cuando vivimos en una región y “pasa el tiempo” nos empezamos a preguntar, cómo será en otros lados. Llega el momento de viajar y nos damos cuenta que contamos con similitudes pero también con grandes diferencias culturales. Y no hablo de los paisajes, la comida y la diferencia climática sino del conteo de tiempo como sociedad.
No, no todas las comunidades que vivimos en este planeta que llamamos tierra vivimos bajo la misma noción de tiempo, y esa es una de las características que nos hacen humanos, el tiempo es una creación y hemos utilizado distintos instrumentos desde la observación hasta el reloj o el calendario para concretizar esta creación intangible pero bien perceptible.
El tiempo no existe
En la mayoría de las comunidades que vivimos en el planeta hemos llegado a la conclusión que en la naturaleza hay ciclos, estas conclusiones son gracias a un esfuerzo de la sobrevivencia y control (primordialmente), que se evidencian gracias a las estaciones, día a día astros como el Sol “salen” y “se ocultan”, decimos nosotros; la Luna hace su aparición e influye las mareas. La idea de medir en estructuras temporales, a las cuales llamamos horas, días, semanas, meses y años, es un invento del ser humano y cada región o cultura lleva su cuenta.
Hemos llegado al acuerdo que nos guiaremos en Occidente al calendario gregoriano, por eso el 1 de Enero del 2021 festejamos la llegada del año nuevo. Una cuenta con carga religiosa, política e histórica, como todas las cuentas en las diferentes comunidades o civilizaciones que hemos habitado este planeta.
Me atrevo a decir que en el espacio no hay tiempo; no hay arriba o abajo, no hay Norte, no hay Sur. El planeta Tierra flota en un lugar sin tiempo: al cual acordamos llamar el Universo. Soy antropóloga no astrónoma, y leyendo y experimentando cómo es que las personas comenzaron a medir los ciclos de la naturaleza y darles nombres, todo gracias a partir de la observación y seguir las tradiciones.
Podemos ver como cada comunidad tiene sus particularidades, el hemisferio tiene su propia cuenta de tiempo o calendario y recurro a la definición de la Real Academia Española, donde encontramos que calendario es el “sistema de división del tiempo por días, semanas, meses y años, fundamentalmente a partir de criterios astronómicos o de acuerdo con el desarrollo de alguna actividad y el registro impreso de los días del año ordenados por meses y por semanas; generalmente incluye información sobre las fases de la Luna y sobre las festividades religiosas y civiles.”
Comunidades Otras
Hay comunidades que viven en lo que hoy llamamos Occidente como los Purépechas en México y los Mapuches en Chile y Argentina, que celebran el año nuevo en fechas distintas, los Purépechas el 2 de Febrero y los Mapuches el 21 de Junio y los rituales alrededor de la celebración no son contar uvas ni abrir el vino espumoso, sino prender el fuego nuevo y cantar en comunidad.
Los Mapuches son la comunidad denominada indígena más numerosa de Chile. Casi un millón de personas se identifican como miembros de esa cultura. Cuando llegaron los españoles a estas tierras en el siglo XVI los denominaron araucanos, que gracias al texto de Alonso de Ercilla y Zúñiga titulado La Araucana, poema épico de finales del siglo XVI podemos saber desde una perspectiva sobre este momento cultural en la región.
En ese entonces, se dice que habitaban un enorme territorio desde los valles al norte donde hoy encontramos la ciudad capital Santiago de Chile, hasta donde comienzan las islas del Sur, el Archipiélago de Chiloé. Hoy, gracias a los censos o conteos poblacionales sabemos que los Mapuches habitan en comunidades rurales en el sur de Chile y en menor medida en el sur de Argentina.
Gracias al censo chileno del 2017, 1 745 147 personas en ese país se declararon pertenecientes al pueblo mapuche, un 9,93 % de la población total. En Argentina gracias a la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) del 2004-2005 en total del país se llegó al resultado de 113 680 personas que se autorreconocieron como mapuches, viviendo 13 430 de ellas en comunidades rurales.
El 73 % de ellas vive en las provincias de Chubut, Neuquén y Río Negro. Cabe destacar que viven a lo largo de las provincias de la Argentina en mayor o menor medida. El sistema de censos en Argentina ha sido fuertemente criticado al respecto ya que no hay certeza de que se hayan recopilado correctamente estos datos, puntualmente sobre este tema y poblaciones, en una entrevista a la profesora en Geografía Adriana Rodríguez, nos habló más sobre el tema.
We Tripantu o wüñoy Tripantu
We Tripantu o wüñoy Tripantu, traducido comúnmente como “nueva salida del sol y la luna”, es como se le da nombre a la festividad del año nuevo entre los mapuches, y es el momento más sagrado en su comunidad. El We Tripantu es la fecha en donde llega a su punto máximo de distancia el sol de la tierra, por lo tanto, desde este momento de lejanía, se inicia el retorno, que representa un nuevo comienzo. Recordemos también que el cono sur en estas fechas está cambiando de estación, terminando el tiempo de calor y empezando su época de fríos.
Las comunidades Mapuches tienen un ritual en estas fechas, el cual es muy relevante desde mi punto de vista, que consiste en sumergirse en ríos o bajo una cascada de agua, agua en movimiento, que corra.
Esto para lavarse el cuerpo completamente de todo lo negativo del año que ya pasó. Y esa agua corriente se llevará todo lo viejo y lo negativo, como: los malos espíritus, las enfermedades y los malos pensamientos.
Como la comunidad Purépecha, también el fuego juega un papel relevante en esta celebración. Ya que por la noche se realizan fogatas que nos dicen evocan la renovación del pensamiento mapuche y la preparación del fuego de la vida. Otra hermosa coincidencia, como anotación nada más, es que las comunidades Mapuches desde el 1992 izan el Wenufoye que es la conocida bandera mapuche la cual es usada como emblema y símbolo por comunidades y organizaciones mapuches tanto en Chile como en Argentina.
Terminando, el We tripantu entre los mapuches, es un renacimiento, el término del año o ciclo es el inicio de una nueva vida y no la suma de años acumulados. Es un momento del año en dónde se aprovecha para cantar, escuchar los hermosos tambores decorados, deleitarnos con los colores y formas de textiles y flores, en fin, festejar en comunidad.
Bajo la misma Lupa
El tiempo considerado bajo la perspectiva mapuche no se presenta como lineal o unidireccionalidad, de pasado a futuro, sino de forma bidireccionalidad, podríamos decir cíclico, una realidad de continuo movimiento cíclico donde la naturaleza y su cultura son partícipes.
Ahora bien, leyendo el trabajo de Germán Errázuriz en su texto sobre el área de la salud en esta comunidad, nos dice que: “en la cosmovisión mapuche el orden del universo se rige por una serie de fuerzas opuestas y complementarias que deben estar en armonía. La intervención humana y/o de otros entes de la naturaleza pueden llegar a alterar ese orden para dar paso a una relación conflictiva entre el cosmos y el ser humano, entre el individuo y su medio social. Dentro del concepto de salud es importante que el individuo esté en armonía con su entorno, los demás miembros de su comunidad y consigo mismo. La enfermedad es concebida como una pérdida de este equilibrio”.
Decir que se comparten las nociones de tiempo cíclico entre las comunidades precolombinas, desde el norte hasta el sur del continente americano, así como la noción de polaridades en su sistema de cosmovisión, hace que me pregunte, será una coincidencia cultural, una característica común o estamos viendo el fenómeno bajo la misma Lupa, por decirlo de alguna manera, bajo los mismos estándares, con las mismas preguntas.
Tenemos que tomar en cuenta que la información recopilada sigue estando bajo paradigmas o estándares creados en comunidades ajenas a las que observamos. Tenemos que tomar en cuenta que se comparte una historia de conquista y encuentro y hoy de movimientos sociales, protesta y contrapeso a los estándares económicos o de orden social.
Hoy también podemos preguntarnos y se nos presenta una oportunidad de diálogo, gracias a la oralidad hay acceso a los saberes, como humanos hemos creado el lenguaje articulado, el cual nos da la pauta para conocer a quien está frente a mí, a un lado, o a kilómetros de distancia, saber sobre su cotidiano.
Como personas tenemos la oportunidad de abrirnos a la posibilidad de conocer otras culturas y distintas tecnologías. Otras formas de vivir en el mundo. Sumerjamonos en el río y dejemos que se vayan los prejuicios.