El embarazo en el mundo mesoamericano es un proceso que va más allá de la actividad de procrear, es un fenómeno femenino y comunitario, cargado de rituales, discursos y significados comunitarios. Sus etapas son cuidadas por la familia de la embarazada y la curandera. Nunca se encuentra sola la mujer en este proceso.
La procreación mesoamericana implicaba la formación social del matrimonio o en su caso del concubinato y por lo tanto de una familia socialmente aceptada. Había cuidados y consejos alrededor de quedar encinta, durante el parto y al final del mismo. La pareja encinta conllevaba responsabilidades sociales y hasta divinas, ya que la concepción no sólo era un acto social sino un designio divino.
El proceso del embarazo en el área nahua de Mesoamérica precolombina es complejo por su enlazamiento cultural, lingüístico, ritual y por lo tanto social. El dar a luz, el engendrar, el traer al mundo a un nuevo ser, conllevaba una urdimbre social y discursiva compleja que al mostrarla y tratar de desentrañarla nos devela lo maravilloso que puede llegar a ser la concepción social de un acto tan natural, como biológico y hasta cotidiano, como lo es la formación de un ser en el vientre de la mujer.
¿Qué es el embarazo?
Es una faceta en el ser humano, una luz de cambio en las etapas de vida humana. Por un lado encontramos el aspecto biológico, el embarazo como un proceso reproductivo natural y humano y por otro lado el aspecto cultural del embarazo, en donde cada cultura llena de significado este proceso y le brinda distintas explicaciones.
La reproducción humana, no es un asunto meramente biológico, sino que es una actividad social, que se encuentra determinada por diferentes condiciones como son: políticas, materiales, lingüísticas y socioculturales, que establecen un modelo de atención basado en una ideología de la reproducción que dota de significados a todos sus elementos como el embarazo, y sus etapas posteriores, el parto y el puerperio; que producen nociones determinadas sobre la maternidad y la paternidad. Sobre el papel del hombre y la mujer en la comunidad.
Hablemos del aspecto biológico del embarazo. Los médicos y científicos anatómicos podrán hacer un mejor análisis descriptivo, pero a grandes rasgos el embarazo está compuesto por tres etapas: el embarazo, el trabajo de parto y el puerperio. Los fenómenos biológicos dentro del embarazo son: cese de períodos menstruales, aumento de volumen de vientre y de senos, oscurecimiento de pezones, la línea media del abdomen y regiones de la cara y la percepción de movimientos fetales.
Los fenómenos biológicos dentro del trabajo de parto son: contracciones del útero, por sus genitales sale moco y sangre, aparecer deseos de pujar, sale líquido amniótico, se ve cómo sale su “hijo” y queda unido a ella por el cordón umbilical que hay que cortar tras expulsar la placenta. Y finalmente los fenómenos biológicos dentro del puerperio que la mujer recién parturienta experimenta son: dolor abdominal, pérdida de sangre y siente como sus senos se le llenan de la leche con la cual alimentará al recién nacido.
Estas etapas, los cambios físicos, estos fenómenos están cargados de significados sociales que se explican y tratan por medio de cuidados, advertencias y mitologías que nos dan pauta para hablar del aspecto cultural del embarazo.
¿De dónde vienen los bebés?
Para dar respuesta a esta pregunta sólo podemos aludir al aspecto cultural de la comunidad que estemos viviendo o nos sintamos pertenecientes. Los bebés los trae la cigüeña, nacen de una col, Dios los manda a la tierra, son engendrados por una semilla masculina. Cada cultura brinda una narración. Aquí es donde empiezan las explicaciones del porqué de la realidad. Inmersas en el lenguaje mismo.
Vayamos al nahuatl clásico, lengua por la cual se recuperaron o describieron aspectos culturales del centro de Mesoamérica en la época precolombina, justo cuando llegaron los españoles a estas tierras y realizaron el registro plasmandolo en lo que posteriormente sería el vocabulario de Molina, Vocabulario de la lengua mexicana y castellana y castellana y mexicana, quien nos dice que el embarazo en lengua náhuatl se decía: netlacaualtiliztli que significa embarazo como tal. Pero la palabra que tiene un significado más allegado a lo que nos interesa es la de concepción, los verbos nahuas que están relacionados con el concebir o preñar son: motlalia que significa “se asienta”, itetia que significa “formar vientre”, itetinemi que significa “vivir en el vientre”, ococox que significa “haberse enfermado” e itlacahui que significa “haberse dañado”.
Para los antiguos nahuas el estar embarazada era un estado enfocado en el vientre de la mujer, en su zona central corporal, en donde yacía una vida y este estado era un desequilibrio en el cuerpo mismo y por eso sus cuidados, en los que no sólo intervenían los que se iban a convertir en padre y madre sino los familiares cercanos y la curandera, la especialista médica y ritual. Leyendo las fuentes nos podemos dar cuenta que los nahuas pensaban que la concepción era una decisión divina.
Quiero poner en relieve el hecho de que las fuentes están compuestas bajo el filtro católico de la edad media europea y nos es complejo discernir entre los posibles paralelismos culturales y los informes tendenciosos o influenciados por los encuentros discursivos que se dieron en aquella época. Pero no por eso es invalido el esfuerzo y los datos que se recopilaron y hoy podemos consultar para dar una vistazo a la cultura de la época. Con esto, nos podemos dar cuenta leyendo el texto que la dualidad son la fuente de generación de vida.
¿Cuál era el rol de la mujer en el embarazo?
La mujer era parte fundamental de la sociedad mesoamericana por el hecho de que era el vínculo primordial entre los humanos y la divinidad, por el hecho de que podía engendrar y cargar vida, un canal de vida, por la cual las deidades designaban existencias, podían engendrar gracias a la gracia de las divinidades que así lo habían decidido.
Los procesos fisiológicos de la mujer, desde el crecimiento hasta el parir, están connotados en la comunidad nahua mesoamericana, y por lo tanto hay una serie de reglas y procesos que se deben llevar a cabo. La construcción de lo femenino en el mundo mesoamericano está dividida en tres etapas biológicas primordialmente de la mujer: la niñez (piltontli), la juventud (ichpuchtli) y la vejes (cihuatlapalihui); el gran parteaguas que se da es cuando empieza a menstruar y es el momento que empieza su fertilidad, de mujer a madre.
Las mujeres en el mundo mesoamericano, tenían que llevar a cabo varios roles sociales, el primordial es el de la maternidad y construían su femineidad a partir de este proceso de gestación. Lo relevante de la maternidad mesoamericana era su vínculo con las bases sociales, su perpetuación.
Si bien es cierto que la educación de los antiguos nahuas no estaba en manos solamente de sus madres, sino de toda una institución, es de resaltar, el hecho que los primeros años, los años de aprendizaje de la lengua y los valores sociales, los pasaban bajo el amparo del hogar maternal y a determinada edad se iban de casa para aprender lo que sería su oficio, su papel dentro de la sociedad.
La relación de las mujeres con su entorno es fuente de designios divinos, actos comunitarios y parte del engranaje social. Hay diosas femeninas en el panteón mesoamericano, hay concubinas y hay madres. Forman parte del linaje y por lo tanto cuentan con un papel político. Son cantadoras, son tejedoras, son curanderas y suelen presentarse sentadas. Como representando la base de la sociedad de la que están formando parte.
¿Cómo es un embarazo en una comunidad indígena mexicana actualmente?
No hay una respuesta única, esta vivencia es tan diversa como cada mujer misma, como cada una de las más de 50 comunidades indígenas que hay en el país mexicano, platicando con la Mtra. Carrillo, etnóloga nahuahablante, me comentó un poco de su experiencia de dar a luz en el 2020, quien si bien es cierto recurrió a tratamientos tradicionales tuvo la oportunidad de ver a su hijo nacer en uno de los pocos Hospitales abiertos en la zona: “En el penúltimo mes, más o menos como en la semana 33, fui con una partera para que me acomodará al bebé, me dijo que ya estaba en posición que debía darme un baño en Temazcal, como se acostumbra aquí donde estoy en Tlaxcala. Mi hijo nació en la semana 37, estaba por nacer en la 36”.
“Y bueno, también se acostumbra que las mujeres embarazadas usen un listón rojo que ciña la cintura y que no se vea, es decir que no se note a la vista, debe ser ancho y que no lastime al bebé, es para proteger a la madre y al hijo de la envidia, el mal de ojo y también de los males que puedan ocasionar los movimientos lunares, a veces ese listón se le coloca un espejo pequeño y también unos seguritos, esos que ajustan la ropa. cuando hay eclipse o luna llena no se debe salir porque la luz de la luna puede lastimar a la criatura”.
El Temazcal, ese baño de vapor con hierbas, sigue siendo una práctica cotidiana en las comunidades indígenas mexicanas, tanto para la mujer antes y después del parto así como para los bebés, y como en las épocas de los manuscritos precolombinos, las parteras siguen acompañando a las hoy madres en este proceso. Ella nos comenta también la relevancia que tiene la luna y sus movimientos en este proceso.
Hablaré sobre las representaciones de la luna en diversas culturas en otro texto. Por el momento cierro este escrito compartiendo mi asombro por este fenómeno tan normal, cotidiano, y al mismo tiempo tan colmado de rituales, creencias y significados. Como podemos darnos cuenta las mujeres en la cultura mesoamericana y actualmente han sido y son seres sociales, portadoras de representaciones culturales y difunden valores con sus acciones cotidianas. No hay mejor metáfora para describir este fenómeno, dar a luz, y con su luz son una guía más de la sociedad en la que convivimos.