Uno de los efectos globales que ha tenido la pandemia es que podemos reconocer los muchos otros retos que en carne viva enfrentan nuestras sociedades. Cada vez más, la empatía y la resiliencia son herramientas de convivencia social en alta demanda. Pero ¿cómo ejercitarlas en entornos caóticos plagados de individualismo?
Acercamiento por medio de la literatura
No hay píldoras para entrar en la experiencia del otro y sentirla desde allí, ni fórmulas para salir fortalecido y entusiasta después de la adversidad. Pero quizás, la capacidad transportadora de la lectura sí que nos permita ser con otros y comenzar a sentir un poco que la brecha es, cuando no imaginada, ilusoria.
Marshiari Medina es traductora, escritora y editora. Actualmente, sus dos proyectos digitales, Teresa Magazine y Revista Karkinos, dan voz a una nueva generación de escritores en México, Perú, Colombia, Chile, Japón, entre otros. Es inevitable notar que ambos proyectos utilizan la literatura como excusa para acercar a comunidades diversas en torno a intereses comunes.
Marshiari es, como editora, un excelente ejemplo de cómo pasar de la jerarquía a la horizontalidad, de cómo fomentar el talento en otros y reducir los filtros de legitimación que han enfermado a tantos rubros culturales. Como mujer, es un ejemplo de cómo luchar por la vida sin perderse en el drama de las adversidades.
Teresa Magazine
Beatriz Paz: ¿Cuál es tu relación de vida con la narrativa, con contar historias? ¿Propias, de otros?
Marshiari Medina: Crecí con tres abuelos que poseían el don de la narración oral. Cada uno a su manera me contaban sus aventuras y experiencias cotidianas, todo impregnado de un imaginario realmente alucinante, mezcla de, digamos, un surrealismo mágico y un realismo maravilloso. Eso permeó muchísimo en mi persona, me encantaba escucharlos y adentrarme en mundos que yo no conocía a través de la narración de mis abuelos. Entonces, guiada por esa naturaleza narrativa familiar, yo también quería participar de ese sincretismo de creencias, ocurrencias y maravillosos absurdos, así que para mí lo literario se constituyó siempre en conjunto con lo lúdico. La verdad es que por mucho tiempo no tuve consciencia del significado o la trascendencia del acto, sino hasta hace poco, en que formalmente empecé a escribir cuentos para su publicación.
Creo que uno hace comunión con los demás por medio de las palabras. No se puede producir literatura sin leer al otro, así que mis propios actos literario son una simbiosis con la creación del otro a través de lectura y el diálogo, de las preferencias y obsesiones creativas. Toda prefiguración devenida en literatura emana de un acto dialógico. Como una derivación de esto, añado que abrir espacios donde los demás puedan publicar sus historias es parte de mi propia y constante necesidad de contarlas.
Beatriz Paz: Teresa Magazine se auto define como una revista posliberal-anarco-comunista, ¿qué significan estos posicionamientos para ustedes y cómo los armonizan con un espacio tan capitalizado como el Internet?
Marshiari Medina: Muchas gracias por el espacio brindado para poder platicar sobre Teresa Magazine. Me siento muy entusiasmada de poder dar voz a este proyecto, que lleva poco tiempo activo y labrando su propio camino. Efectivamente, nos autodenominamos una revista posliberal-anarco-comunista. Cuando decidí fundar la revista quería crear un espacio que fuera totalmente incluyente. Estas ideas relacionadas a weltanschauungen emblemáticas, surgieron como una pequeña broma fenomenológica. Histórica y filosóficamente son conceptos en conflicto. Entonces, esta pequeña “broma”, apunta a la apropiación de un espacio donde el lenguaje es una exploración lúdica por antonomasia, un lugar de “ideologías” sin sentido, que irónicamente rescatan la diversidad de expresiones creativas. Así que, al principio nos hicimos algunas preguntas. ¿Cuál iba a ser nuestra orientación? ¿Qué tipo de textos y contenidos íbamos a publicar? ¿Qué secciones integrarían la revista? Todos esos cuestionamientos deambulaban en nuestra mente, y lo único que sabíamos es que queríamos construir un aleph literario, creado a partir de todo tipo de tonos y estilos.
Un monstruo bicéfalo
Por otro lado, el internet es una de las herramientas que más ganancias genera para las grandes empresas. Cada click en los buscadores más reconocidos es un centavo extra a sus bolsillos.
La world wide web es un monstruo bicéfalo. Por una parte, su mirada multifacética está integrada a uno de los modelos de negocios más exitoso en el mundo, y por otro lado, ofrece la oportunidad de abrir espacios que nos permitan confluir y generar ideas en un terreno común.
En el caso del arte y la literatura, en general, el internet ha permitido la difusión de conocimientos y contenidos con una rapidez y facilidad nunca antes vistas.
Es por eso que decidí crear una plataforma sin fines de lucro. Librarme (me figuro yo) de las cadenas capitalistas, y rebelarme en la medida de lo posible. Obviamente, uno no puede sustraerse de dicha dinámica, pero también es cierto que el fetichismo es la mejor arma de crítica del fetichismo, como decía Marx.
El tiempo invertido en Teresa Magazine no monetiza, pero sí ayuda a conectar a jóvenes escritores en una dinámica de aprendizaje y apoyo con miras a impulsar sus propuestas literarias.
Enfrentando los retos
Como editores enfrentamos múltiples retos, no sólo el crear un contenido que ha sido seleccionado (probablemente traducido), editado, diseñado y enmarcado, en este caso digitalmente, sino que también libramos la batalla por ser leídos. ¿Qué estrategias utilizan para formar lectores y aportar a una cultura literaria, no sólo de producción sino de apropiación?
Teresa Magazine es una revista que va surgiendo con retos varios. Desde autofinanciarse para gestionar el espacio y generar un público a partir de la nada, hasta convencer a nuestra audiencia de la importancia de la literatura como ejercicio de apropiación social.
Hemos optado por tener un tono relajado, en donde los autores emergentes no se sientan intimidados ante las formalidades clásicas de las grandes editoriales. Nos presentamos como un trampolín para aprender, experimentar y tropezar.
Esa liviandad genera confianza en nuestro público. Nos ven como aliados en un camino ruinoso y dispar. En este sentido, somos una “escuela”, no en el sentido clásico, sino en la acepción original de tiempo de ocio: una contemplación dedicada al juego creativo. Así es como se va construyendo este proyecto, colocando a la revista como si fuese un camarada para los nuevos escritores, un espacio lúdico para restarle horror al mundo mediante el recurso a una copia en miniatura del mismo, una copia literaria, claro.
Beatriz Paz: Una de las ventajas y también torpezas de la hiperdensidad de contenidos, en un mundo de influencers, bloggers, new media, es que cualquiera con acceso a Internet puede crear contenidos y compartirlos. Ventaja, porque podemos escapar a los filtros de las mafias de producción cultural tradicionales. Torpezas porque hay mucho que leer y, constantemente, malo. ¿Cómo lidian con esto para asegurarle al lector calidad literaria sin caer en el snobismo? ¿Cuál es el flujo de su proceso de selección?
Marshiari Medina: Creemos en la solidaridad y democracia literarias. Nos sentimos compañeros más que dictaminadores. Leemos cada texto con atención y tratamos de sugerir, dialogar o simplemente apoyar a los autores a transitar en su proceso creativo. La literatura es perfectible: un mal texto, tras un buen trabajo en equipo del editor y el autor, puede terminar siendo publicable. Vemos cada relato como una experiencia única. Si lo escribió es porque quería dejar una parte de su ser, es porque sintió la necesidad de compartir ese mundo supercalifragilisticoespialidoso con los demás.
Por eso, nuestras exigencias para la selección de textos, están basadas en una camaradería lúdica. Te faltan acentos, comas, no distingues entre el porqué o por qué, pero nosotros estamos aquí contigo, te echamos la mano, te explicamos, te decimos. En mi caso, tuve la oportunidad de cursar talleres de escritura, con grandes maestros como Hernán Lavín Cerda, Ignacio Ortiz Monasterio o Beatriz Espejo, quienes transforman el espacio de la literatura en un coccoon emotivo, incluyente, libre de todo mal. Pensé en ellos al crear la revista, con miras a que cada propuesta saliera a flote. Cada relato tiene que convertirse en bits atrincherados. Vale la pena intentarlo: aquí estamos, jodidos e imberbes en este juego linguístico-literario, igual que tú (escritor emergente), pero con el ánimo de crear y hacer comunidad.
Beatriz Paz: Arte y literatura pueden parecer lujos en una sociedad clasista como la mexicana donde, además, casi la mitad de la población vive en pobreza y los índices de lectura son tan bajos. ¿Cómo hacer de ellos herramientas para la reconstrucción de nuestro tejido social? ¿Cómo incidir en una generación tan expuesta a la violencia y a la banalización de la cultura?
Marshiari Medina: Me gusta pensar que el arte y literatura son, esencialmente, como la muerte: no hay en ellos distinción de clases. Pero esto es un debraye ontológico mío. Todos sabemos que somos productos sociales, sujetos a normas históricas. Dicho esto, aquellos que tienen las herramientas para crear publicaciones y generar espacios creativos, se han enclaustrado en una macroestructura desigual y excluyente. Unos pocos se han adueñado de un espacio que en un principio es de todos. Se originaron pequeños gremios, se encerraron en burbujas herméticas, y rechazaron a la comunidad, alejándose de las periferias para proliferar en el mundo de la ganancia.
Siendo compañeros de aprendizaje
Es por eso que en Teresa Magazine tratamos de ser compañeros de aprendizaje, porque sabemos que ese acercamiento permite que aquellos jóvenes que veían el hecho de publicar en algún medio digital o impreso como algo inalcanzable, lleno de trámites, formalidades, etc., se den cuenta que esto puede convertirse en una experiencia de aprendizaje. Hace poco un chico nos escribió un mensaje que nos llenó el alma de guasa: “Cuándo vea a mi maestra de Español de la primaria, podré preguntarle con la frente en alto: ¿Quién es el de letra culera ahora, bitch?”.
Y es que el sistema te dice que si no cumples con los requisitos canónicos y sigues los paradigmas tradicionales, no puedes ser esto o aquello.
No hay alternativas, no hay manera de que los jóvenes vean oportunidades para explorar y crear. Desafortunadamente, son intimidados por estructuras que les dicen cómo moldearse, y si algo sale mal, están fuera del sistema, son excluidos del mismo y se convierten en carne de cañón.
Es por eso que creemos que debemos acercarnos, darles la mano y no tacharlos con rojo, para ayudarlos a encontrar en el arte y la literatura un medio para expresar sus preocupaciones, sus pasiones, su sufrimiento. Ahí está el dolor y la alegría. Ahí los muertos que lloran y las canciones que los hacen enamorarse.
Esto es una complicidad, no una lucha hobbesiana de todos contra todos, ni mucho menos una pirámide que se levanta sobre el silencio de los que están abajo. Somos todos una voz que se va formando de cachitos. Ahí nos abrazamos y nos apoyamos y nos decimos y nos queremos. Para eso sirve la literatura, para eso el arte, para congregarnos y ser una misma especie.