Y así es… son tus ojos entonces los que me dicen algo que todavía trato de averiguar, un secreto algo parecido a tus besos.
Qué hiciste en mí que no puedo dormir sin ti, que nunca creí poder pensarte tanto y creerte que soy alguien influyente en este mundo;
talvez confiar en alguien más que en mi vida misma, volver por lo menos a escribir.
Lo que me hace poeta ahora es tu mirada, el amor que desborda lo que decidiste un día no volver a mostrar por miedo a… no lo sé, pero, aquí estoy tendida a tus pies, sin saber aún por qué.
Un sapo convertido en príncipe. Y no sabía qué pensar, no tenía opción de sentir; por aquello o por alguno, sólo sé que se acercaba la primavera y las flores serían las primeras en juzgarme por no aprovechar la oportunidad de amarte.
Que pasaría entonces si decido no hacerlo. Que pasaría si preguntas lo contrario. Tomaría una copa del vino más fino? O esperaría miles de años.
Y si esperara, lo haría solo por verte, sentirte, y así no pudiera entretenerte;
sumaría el pasado y el presente; así este futuro incierto estaría lleno de fuerza y confianza… resolución inteligente.
Sería algo de los dos, un secreto camuflado en una mentira piadosa… verbal.
Desafiaremos lo que dicen que es lenguaje propio y lo convertiremos en lenguaje… nuestro.
Y si supiera que soy yo la única que si puede acabar; no solo él, con sus indignaciones placebas y su labia excéntrica y con su lengua que acaricia todas las partes externas e internas de cualquier ser.
Aquí sigo recuperando aire… el aire que me faltó cuando él me asfixió de tanto amor, y a la vez, de tanto temor.
Temor que es hallado como desintoxicación de memorias caducadas, pero que aún podridas… es lo que hay; intoxicación y bulla.
Entonces, la primavera hace que fluya el viento y se regeneren las historias del frío y permite que se calienten las de amor de verano. El sol calienta y el tiempo cambia. Amanece antes.
