Nací en Venezuela, de madre venezolana y padre portugués. Como venezolana, desde que comencé la escuela tengo conocimiento de que soy latinoamericana, sin embargo, más allá de los chistes y los clichés, creo que nunca había estado tan consciente de lo que representa ser una mujer Latina, hasta ahora.
Un pedacito de mi historia
Viví treinta y seis años en mi amado país, pero, por motivos que no vienen al caso en este artículo, en 2014 decidí tomar nuevos rumbos, acompañada de mi esposo y nuestra pequeña hija de 16 meses.
Emigramos a Costa Rica y vivimos en dicho país centroaméricano por poco más de cuatro años.
Durante ese tiempo, creció en nosotros la necesidad de hacer un cambio más radical y tras algunas búsquedas, algo de investigación, preparación y determinación.
Nos llegó el momento de dar el gran salto esperado, finalmente nos vendríamos a Europa, a Suecia para más señas.
Era nuestro sueño cumplido, “primer mundo” y de los países mejor ponderados, en fin, un gran logro.
Los días y semanas previos a nuestra tan esperada mudanza trasatlántica, fueron el caos de rigor: vender, regalar, cancelar servicios, visitar amigos, despedidas, corredera y más corredera.
La certeza de que pronto estaríamos montados en un avión rumbo al viejo continente, un mundo nuevo para nosotros, nos mantenía activos, sumidos en una sobredosis de adrenalina, emocionados y entusiasmados.
Aún recuerdo mi emoción en el avión y mi cara, inmortalizada mediante una “selfie” cuando ya estábamos a punto de aterrizar: Emoción y felicidad pura.
Dos vuelos y un viaje en tren de unos 20 minutos, nos llevaron hasta la ciudad donde viviríamos este nuevo capítulo de nuestras vidas.
Reconocimiento como inmigrante
Al salir de la estación del tren tomamos un taxi y entonces algo inesperado ocurrió: en ese instante, en el que me vi a mi misma, dando vueltas con mis dos hijas (sí, ahora son dos), mi esposo y 7 maletas, por una ciudad de paisajes totalmente desconocidos y ajenos, con una paleta de colores tan diferentes a lo que mis ojos habían reconocido siempre como su hogar, me reconocí inmigrante, diferente, LATINA.
Tenía años viviendo fuera de mi país de origen, sabía lo que era ser extranjera, pero nunca antes me había sentido tan perdida, tan lejos de mis referencias.
Y es que Costa Rica, a pesar de no ser mi país, seguía siendo Latinoamérica.
Llevamos poco más de un año en Malmö, una pequeña ciudad al sur de Suecia, donde la diversidad cultural es muy extensa.
Acá cohabitamos personas de 180 gentilicios distintos. Culturas, modos y creencias diferentes.
Es gracioso, pero cuando te enfrentas a una vivencia como esta es cuando más salen a relucir tus raíces, tu identidad, éso que te hace ser quien eres.
La mujer latina
Y soy muchas cosas, una de ellas es que soy Latina.
Cuando hablamos de la mujer Latina, con alguien de cualquier otro lugar del mundo, muchas veces nombran a personalidades como Shakira, JLo, Sofía Vergara. Nos describen como mujeres voluptuosas, atractivas, de belleza exótica, con buen ritmo al bailar, sexys, calientes; pero lo cierto es que ser Latina implica más, mucho más.
Si bien esos atributos encajan con parte de nosotras, no es lo único que nos caracteriza y dista mucho de ser lo más destacable.
Para hablar realmente de la mujer Latina, quiero pensar en mi madre, en mis tías, mi abuela, las mujeres del campo, la muchacha que me ayudaba con la limpieza de mi casa en Costa Rica, la que me vendía el periódico hace veinte años en el kiosko cerca de mi casa.
Para hablar de la mujer Latina, quiero pensar en Teresa Carreño, en Violeta Parra, en Rigoberta Menchú, las hermanas Mirabal, Isabel Allende, Alicia Alonso, Gabriela Mistral, en las Abuelas de Plaza de Mayo, Policarpa Salavarrieta, Manuela Sáenz, Berta Cáceres, en Carolina Herrera, Alondra de la Parra, Gabriela Montero.
Pensar en aquellas que caminan cientos de kilómetros con sus hijos a cuestas y cuatro trapos, huyendo del hambre y la dictadura, en busca de un futuro mejor para su descendencia.
Y es que la mujer Latina es regia, valiente, resiliente, trabajadora, solidaria, da la vida por su familia, por sus hijos.
La mujer Latina sufre en silencio y ríe escandalosamente, se levanta de madrugada para hacer lo que tenga que hacer con tal de que sus hijos tengan el pan en la mesa cada día.
Es noble, romántica, ingenua, servicial, capaz de enderezar a cualquiera con el poder de su chancla o el de su amor incansable.
La mujer Latina siempre quiere ser mejor y con ello mejorar la vida de todos los suyos.
La mujer Latina es entregada, amorosa, fogosa, pasional y esa pasión la acompaña en todo lo que hace, por esto le gusta prepararse, educarse y destacar, trabaja con miras a la excelencia, sea manicurista o ingeniera de la NASA.
Cambio de Escenario
Volviendo a mi experiencia, quiero destacar que al reconocerme Latina, no solo he podido observar diferencias. También he podido identificar las coincidencias y similitudes culturales con mi entorno, así de pronto me encuentro con que para obtener productos que para mí son de uso regular, debo ir a un mercado africano o asiático.
Descubro que algunos productos o costumbres que tal vez llegaron a Venezuela y no había encontrado en Costa Rica, son de origen europeo.
En el caso de Venezuela, llegaron por las mareas migratorias de la postguerra en el siglo XX.
Y es que, eso es Latinoamérica, somos la mezcla de muchas culturas, la de nuestros indígenas, conquistadores y esclavos. Mezcla que si bien, algunos al día de hoy, miran con recelo y resentimiento, por como ocurrieron los hechos en tiempos de cosquista y colonización, es lo que nos hace ser como somos.
Somos blanco, negro, indio, somos multiculturales y eso nos da la fuerza que nos representa. Y sí, hoy quiero decir que siento un orgullo, enorme y robusto de saberme, mirarme y mostrarme como lo que soy, una mujer Latina.
2 comentarios en “Orgullosa de ser latina”
Hermoso, coherente y muy acertado… para mi, que soy hombre latino, te transporta a la infancia y la adultez compartida con las mujeres de la vida de uno, mamás, tías, primas- hermanas, amigas, profesoras, vecinas, novias y parejas, compañeras de trabajo en fin, mujeres que influyeron e influyen en nstra vida. Un artículo que te llega al alma sin importar tu procedencia. Gracias por compartir!!!
Muy bueno Claudy, mi hermanita guerrera, con mucha fortaleza, me recuerdas tanto a nuestra madre.
te amo…
Luis Amado