Transformando el Aula: El Modelo de las Naciones Unidas como Catalizador del Aprendizaje Significativo es un análisis profundo sobre el impacto educativo del Modelo de Naciones Unidas (MUN) en instituciones de educación básica y media en Bogotá, Colombia. Dado el alcance y riqueza del contenido, este artículo ha sido dividido en dos entregas.
En la primera parte, se explorarán los fundamentos pedagógicos del MUN, sus características clave, así como su relación con la enseñanza y las prácticas de aula. En la segunda parte, se profundizará en el aprendizaje significativo generado por esta metodología, acompañado de evidencia empírica y reflexiones finales que consolidan su valor como estrategia educativa integral.
Introducción
Este artículo analiza el Modelo de las Naciones Unidas (MUN) como herramienta de enseñanza y aprendizaje en dos colegios de Bogotá (Colombia), específicamente en las áreas de Ciencias Sociales y Ciencias Naturales, a partir de tres categorías clave: MUN, Enseñanza y Aprendizaje.
Para ello, se llevó a cabo una investigación cualitativa de diseño fenomenológico descriptivo, en la que se realizaron entrevistas semiestructuradas y grupos focales con docentes y estudiantes de noveno grado.
Los resultados destacan que el MUN fomenta la motivación, la investigación, el liderazgo, el pensamiento crítico y el desarrollo de habilidades y destrezas, además de enriquecer las prácticas docentes.
Sin embargo, también se identificaron dificultades en su implementación, tales como la falta de tiempo en clase, el escaso conocimiento sobre el MUN por parte de los docentes y las dudas sobre la capacidad de autogestión del alumnado. Los hallazgos sugieren que, para ser efectivo, es fundamental capacitar a los docentes en el uso del MUN y promover prácticas pedagógicas que fomenten un aprendizaje autónomo y significativo.
Esta investigación se enmarca dentro del constructivismo educativo y revisa diversas teorías del aprendizaje, desde las más tradicionales hasta las más actuales, poniendo énfasis en las ideas de autores clave como Watson, Maslow, Piaget, Vygotsky y Ausubel, y su aplicación en el contexto educativo.
En las últimas décadas, el constructivismo ha ganado una relevancia creciente. Según esta perspectiva, el conocimiento no se transmite de forma pasiva, sino que se construye activamente por parte del aprendiz, a partir de sus experiencias y conocimientos previos.
Piaget destaca la importancia de la interacción del individuo con el entorno físico y social para la construcción de esquemas mentales. Vygotsky subraya el papel fundamental de la interacción social en el desarrollo cognitivo, acuñando el término “zona de desarrollo próxima”. Por su parte, Ausubel se enfoca en el aprendizaje significativo, que se basa en la conexión de nuevos conocimientos con los que el estudiante ya posee.
El objetivo de esta investigación fue comprender cómo los estudiantes construyen su propio conocimiento y cómo los docentes pueden diseñar estrategias para favorecer aprendizajes significativos. En este sentido, el MUN se presenta como una estrategia pedagógica que promueve un aprendizaje activo, crítico y colaborativo, alineado con los principios del constructivismo, al ofrecer un camino para hacer este proceso más efectivo y significativo.
El Modelo de las Naciones Unidas (MUN) es un ejercicio académico que fomenta el aprendizaje de temas globales, como la educación ambiental y la Agenda 2030.
Según Márquez (2019), el MUN promueve el desarrollo de habilidades clave como la negociación, la exposición oral, el uso del lenguaje formal y el debate. Por su parte, Zavala (2020) destaca que esta actividad permite a los participantes aprender a tomar decisiones y resolver conflictos a nivel internacional, nacional y local.
Además, el MUN contribuye a forjar el carácter, el liderazgo y la autoestima de los participantes. Hasta la fecha, el MUN ha sido una estrategia pedagógica extracurricular que facilita la comprensión del funcionamiento de la ONU, fomenta el conocimiento y promueve el desarrollo integral de los participantes, quienes se convierten en protagonistas activos de su aprendizaje.
Características
El Modelo de las Naciones Unidas (MUN) se caracteriza por ser una actividad académica que puede abarcar desde pequeños grupos hasta conferencias internacionales con miles de participantes. Generalmente, se lleva a cabo en inglés, aunque puede incluir otros idiomas según el país anfitrión, y algunos eventos se realizan en línea. Su propósito es enseñar sobre el funcionamiento de la ONU, sus principios y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mediante simulaciones que replican el trabajo de esta organización.

Entre sus características, destacan las habilidades que fomenta, tales como la investigación, la redacción, la oratoria, la persuasión y la negociación, todo ello en un entorno de respeto y tolerancia. Los participantes aprenden a resolver conflictos mediante el diálogo y la negociación, evitando la violencia. La actividad se organiza fuera del horario escolar, generalmente en clubes o actividades extracurriculares, sin afectar los programas académicos.
El MUN abarca temáticas interdisciplinares que se alinean con las áreas curriculares de las instituciones educativas, lo que lo convierte en una herramienta eficaz para promover el aprendizaje integral. Esta estrategia abarca dos dimensiones: la interna, relacionada con el conocimiento previo y el aprendizaje significativo, y la externa, que fomenta el desarrollo de habilidades lingüísticas, socioculturales y emocionales.
Además, el MUN responde a los retos educativos del siglo XXI, alineándose con metodologías activas que buscan motivar a los estudiantes y fomentar un aprendizaje cooperativo y basado en la comprensión, involucrándolos de manera activa en su proceso de aprendizaje.
Las dimensiones
Para comprender el verdadero alcance del Modelo de las Naciones Unidas en el entorno escolar, es necesario analizar sus distintas dimensiones. Estas abarcan tanto aspectos internos relacionados con el desarrollo del pensamiento, como externos, enfocados en habilidades lingüísticas, socioculturales y socioemocionales. A continuación, se presenta cada una de estas dimensiones y su relevancia dentro del proceso educativo.
Se desarrollo el pensamiento. En un mundo globalizado, el pensamiento crítico y reflexivo es esencial para la toma de decisiones en los ámbitos político y socioeconómico.

Según Vygotsky, el pensamiento comienza de forma no verbal y se vuelve verbal y racional cuando se combina con el habla. Así, los individuos poseen la capacidad natural de desarrollar su pensamiento, comprender su entorno y compartir información a través de los sentidos. Esta habilidad es fundamental para enfrentar situaciones y problemas, como los que se plantean en el MUN, los cuales fomentan el desarrollo de un pensamiento flexible y autónomo.
Los docentes y las instituciones educativas tienen la responsabilidad de promover estos procesos de pensamiento, más allá de la simple transmisión de información. Deben centrarse en el desarrollo de habilidades individuales que permitan a los estudiantes pensar y actuar con flexibilidad. Para ello, metodologías activas como el MUN son esenciales, ya que fomentan la comprensión y transformación de la realidad, el aprendizaje activo, la creatividad, el análisis y la crítica.
Existen diversas metodologías activas que favorecen el desarrollo del pensamiento, como el Aprendizaje Basado en el Pensamiento (ABP), el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), el modelo Flipped Classroom y las disertaciones. Estas metodologías promueven la crítica, el análisis y la creatividad, y permiten a los estudiantes desarrollar habilidades lingüísticas, socioculturales y emocionales. La investigación ha demostrado que el desarrollo del pensamiento en el MUN se manifiesta claramente a través de indicadores como el dominio de la temática y la capacidad de asumir roles diversos. Los docentes deben actuar como facilitadores y guías, utilizando metodologías activas para mejorar el desarrollo lingüístico, emocional y sociocultural de los estudiantes, promoviendo así el pensamiento crítico y la resolución autónoma de problemas.
Hay un desarrollo de habilidades lingüísticas. El MUN permite a los participantes desarrollar habilidades lingüísticas al investigar y analizar los temas asignados, lo que les facilita la construcción de argumentos claros y precisos para los debates.
Este proceso favorece el desarrollo del lenguaje y el pensamiento, ya que está vinculado a la capacidad de «aprender a aprender». El enfoque comunicativo del MUN fomenta el desarrollo de habilidades como escuchar, hablar, leer y escribir, las cuales están influenciadas por el entorno sociocultural y económico del estudiante, así como por la interacción en el contexto escolar.
Los procesos de comunicación oral y escrita se perfeccionan con la práctica continua, ya sea en la participación en MUN, en clases tradicionales o a lo largo de la vida del estudiante. Es fundamental el uso de métodos innovadores que favorezcan la interacción social y la capacidad de pensar y actuar con flexibilidad, promoviendo el crecimiento sociocultural y comunicativo. Evidentemente, la subdimensión «lingüística» en el MUN tiene como indicadores clave el manejo del procedimiento parlamentario, la redacción y exposición del discurso de apertura, el trabajo en comisiones a través del debate y la elaboración de papeles de trabajo, que reflejan los resultados del proceso pedagógico del MUN.
Desarrollo de habilidades socioculturales.
Según Vygotsky, el origen de todas las habilidades y destrezas de un individuo se encuentra en su contexto social. En consonancia con esto, Gardner resalta la importancia de la inteligencia interpersonal, que abarca la capacidad de conocer y gestionar las propias emociones (inteligencia intrapersonal) y las habilidades para interactuar eficazmente con los demás. Por su parte, Wong y sus colaboradores señalan que el desarrollo de habilidades sociales permite al individuo comprender y respetar las normas que favorecen el bienestar social.
El desarrollo de habilidades socioculturales, una parte esencial de la inteligencia interpersonal, es particularmente desafiante, ya que requiere interactuar con los demás y adquirir competencias previas. En el contexto del MUN, estas habilidades se ponen en práctica a través de debates y relaciones personales sobre temas relevantes. Sin embargo, también se enfrentan al desafío adicional de la creciente desconexión social provocada por el uso inadecuado de las redes sociales, que aísla a los jóvenes de sus entornos familiares, escolares y comunitarios.
En este contexto, el indicador clave de la dimensión «habilidades socioculturales» en el MUN es la capacidad de los participantes para interactuar de manera efectiva y reflexiva en los debates y en las relaciones generadas dentro del evento, al tiempo que enfrentan las dificultades del aislamiento digital.
El desarrollo de habilidades socioemocionales. El MUN proporciona a las participantes herramientas para regular sus emociones, comprender las de los demás, expresar empatía, establecer relaciones positivas y asumir responsabilidades, lo que les permite alcanzar sus objetivos personales.
Según diversos pensadores, estas habilidades pueden desarrollarse intencionadamente en contextos educativos, especialmente durante la infancia y adolescencia, y son clave para prevenir problemas como la depresión, el estrés, la deserción escolar y las adicciones, al mismo tiempo que promueven el éxito en la vida universitaria y profesional.
El MUN se presenta como una herramienta educativa que actúa como un laboratorio para practicar estas habilidades socioemocionales dentro del aula. A través de las comisiones de trabajo, los estudiantes no solo adquieren conocimientos académicos, sino que también aprenden a regular sus emociones, a mostrar empatía y a prepararse para los retos del mundo real, donde se enfrentan a constantes cambios y desafíos socioculturales.
Evidencias empíricas: MUN
La literatura científica sobre el Modelo de Naciones Unidas (MUN), en relación con la enseñanza y el aprendizaje, se ha centrado en cómo esta estrategia pedagógica contribuye al desarrollo de diversas competencias en los estudiantes. Varios estudios han analizado su impacto, destacando su capacidad para mejorar habilidades lingüísticas, argumentativas y de negociación, así como para promover la conciencia crítica y el desarrollo de habilidades socioemocionales.
Por ejemplo, Ramírez (2022) mostró que el MUN permite a los participantes ampliar sus perspectivas y comunicarse eficazmente en diversos escenarios, mientras que Molina et al. (2023) demostraron que esta estrategia ayuda a los estudiantes a apropiarse de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) mediante la investigación y el debate.
Otros estudios, como los de Gutiérrez y Zirion (2018), señalaron que el MUN fortalece la capacidad de los estudiantes para negociar, colaborar y expresar ideas de manera clara, aplicando conceptos jurídicos a través de la simulación de roles. Investigaciones como las de Zavala (2020) y Márquez (2022) resaltaron la importancia del MUN para el desarrollo de habilidades lingüísticas, la motivación estudiantil y la participación ciudadana. Además, Florián (2017) y Fajardo y Florián (2019) demostraron que el MUN facilita el proceso de ciudadanía cosmopolita y estimula el pensamiento crítico, mientras que Alarcón (2023) identificó que el Modelo de Naciones Unidas fortalece competencias clave para las pruebas de acceso a la universidad.
Los estudios sobre el MUN resaltan cómo esta experiencia práctica, centrada en la investigación, el debate y la negociación, favorece el desarrollo académico, personal y social de los estudiantes.
A través de la participación en el MUN, los estudiantes no solo adquieren nuevas competencias cognitivas y mejoran su autoestima, sino que también aprenden a transferir estas habilidades a su vida cotidiana, promoviendo un aprendizaje más profundo y autónomo.
El entorno parlamentario de las comisiones facilita el reconocimiento entre pares, el liderazgo y la negociación efectiva, mientras que los estudiantes se entrenan en oratoria, procedimientos diplomáticos y la defensa de los valores fundamentales de la ONU, preparándolos para su futuro académico y profesional.
En suma, estas dimensiones muestran cómo el MUN va más allá de una actividad extracurricular. Se convierte en una herramienta pedagógica completa que potencia el desarrollo cognitivo, comunicativo y emocional del estudiante. Gracias a esta estructura, el MUN logra integrar pensamiento, lenguaje, empatía y cultura, fortaleciendo la formación integral en contextos educativos diversos.
Relación de las evidencias empíricas con la categoría MUN
Al revisar los diferentes estudios y referentes mencionados, se destaca el papel protagónico de los estudiantes de educación básica, media y pregrado, así como la importancia de que puedan comunicarse a nivel global, reconocerse a sí mismos y a los demás, determinar sus perspectivas laborales y actuar de manera integral en beneficio propio y de la comunidad.
También se resalta la adquisición de habilidades de investigación, la aplicación de conceptos en contextos prácticos y la generación de comportamientos positivos a través de experiencias educativas vinculadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además, se hace énfasis en la necesidad de fortalecer los programas extracurriculares mediante la metodología MUN, analizar la participación juvenil en la toma de decisiones públicas, fomentar la capacidad crítica a través del debate y desarrollar la conciencia crítica en los participantes.

Asimismo, se mencionan diversos estudios relacionados con el MUN que abordan temáticas como el escrache feminista, la promoción de la solidaridad y el respeto mutuo, el desarrollo del pensamiento crítico, la lucha contra la violencia de género, la apropiación de tecnologías digitales por parte de los jóvenes y la utilización del MUN como herramienta metodológica en la investigación de las relaciones internacionales.
A pesar de la relevancia de estos estudios, se destaca la falta de investigaciones específicas sobre el impacto del Modelo de Naciones Unidas en las aulas de diferentes áreas del conocimiento en instituciones educativas de educación básica y media. Por lo tanto, esta investigación aborda dicha laguna al analizar la percepción de docentes y estudiantes de noveno grado de dos colegios en Bogotá (Colombia) sobre el Modelo de Naciones Unidas y su relación con las prácticas de aula y los estilos de aprendizaje.
La enseñanza, según ETCÉ (2022), se define como la transmisión de saberes, valores e ideas entre personas en diversos contextos, tanto académicos como extraacadémicos. Este proceso estimula el aprendizaje, siendo ambos conceptos interdependientes, aunque con sus particularidades.
La enseñanza es un proceso progresivo, dinámico y transformador que impacta la actividad cognitiva del alumno, implicando el uso de diversas técnicas y métodos para construir conocimientos, valores y actitudes. Según Bembibre (2009), enseñar involucra una serie de estrategias diseñadas para facilitar este aprendizaje, mientras que Pérez y Gardey (2021) enfatizan que enseñar es un acto mediante el cual se transmiten conocimientos y principios. Zabala (1990) considera que enseñar es el intercambio de información entre docentes y estudiantes en un proceso estructurado, y Stenhouse (1991) añade que enseñar no es solo instrucción, sino promover el aprendizaje de manera sistemática. Para Soto (2020), la enseñanza debe favorecer un aprendizaje significativo y duradero.
En este sentido, se entiende que la enseñanza debe ser una experiencia continua de construcción entre el docente y el alumno, tal como ocurre en el Modelo de Naciones Unidas (MUN), donde el maestro selecciona actividades que motiven y se alineen con los intereses y necesidades de los estudiantes.
Enseñanza
La enseñanza, como proceso socio-comunicativo de transmisión de conocimientos, habilidades y normas, adquiere relevancia cuando genera aprendizajes significativos en contextos dinámicos como el aula, las aulas virtuales y actividades extracurriculares.
Según Ausubel, la enseñanza debe adaptarse a las necesidades y características individuales de los estudiantes, utilizando estrategias flexibles que promuevan un aprendizaje efectivo. La interacción entre docente y alumno es esencial para que la enseñanza logre su propósito didáctico, integrando nuevos modelos y tecnologías en el proceso de aprendizaje.
En este contexto, se destaca el paradigma epistemológico constructivista, que, junto con estrategias pedagógicas como el Modelo de Naciones Unidas (MUN), se convierte en una herramienta clave para enriquecer los enfoques educativos y dinamizar las prácticas docentes.
A través del MUN, los estudiantes desarrollan habilidades de investigación, participación y análisis crítico, aplicando contenidos en contextos interdisciplinares y de actualidad. Los modelos de enseñanza, como el magistral, participativo e investigador, representan diferentes procesos educativos. Mientras que el modelo magistral se enfoca en la transmisión de información sin actividades interactivas, los modelos participativo e investigador fomentan la comunicación activa y la práctica colaborativa, respectivamente.
En particular, el MUN, como estrategia pedagógica, combina estas dimensiones, brindando un enfoque participativo e investigador en el que los estudiantes investigan, analizan y participan activamente en debates internacionales, representando diferentes países u organizaciones.
El MUN también se caracteriza por reglas claras y procedimientos parlamentarios que estructuran el debate y la toma de decisiones, contribuyendo al desarrollo de habilidades cognitivas y comunicativas en los estudiantes. A través de esta metodología, los docentes (o sponsors) facilitan el aprendizaje, guiando a los estudiantes en la preparación y participación en los debates, lo que contribuye al desarrollo de competencias clave en el área de ciencias sociales y otras disciplinas interdisciplinarias.
La enseñanza en el contexto del MUN proporciona una guía didáctica innovadora que fomenta un aprendizaje activo y colaborativo, mejorando la calidad educativa y motivando a los estudiantes a involucrarse profundamente en su proceso formativo.
Prácticas de aula
Las prácticas de aula en el contexto del Modelo de Naciones Unidas se caracterizan por subdimensiones que incluyen la valoración del aprendizaje, la flexibilidad en las estrategias de enseñanza, y la adaptación a los intereses y necesidades de los estudiantes.
El docente debe diagnosticar, guiar y proporcionar experiencias prácticas que permitan a los estudiantes integrar los conocimientos de acuerdo con su estructura cognitiva, como plantea Vygotsky, quien subraya la importancia de las interacciones sociales en el desarrollo de habilidades socioculturales y emocionales.
Estas interacciones, entre docentes y alumnos, y entre los mismos estudiantes, son fundamentales para promover un aprendizaje significativo.
Un aspecto clave de las prácticas de aula es la sensibilidad del docente hacia los sentimientos, intereses y necesidades de los estudiantes, lo cual se puede lograr mediante metodologías como la observación participante.
Con esta técnica, el docente puede comprender mejor los estilos de aprendizaje de cada estudiante y ajustar sus estrategias pedagógicas para promover un entorno más inclusivo y personalizado. Los ambientes de aprendizaje, según expertos como Díaz (2023) y Pulido (2021), son cruciales para que los estudiantes se concentren y se sientan cómodos, lo que facilita la concentración en el contenido académico y el desarrollo de habilidades cognitivas. Un buen ambiente de aprendizaje es considerado por muchos como un “tercer educador” que influye directamente en la calidad de las interacciones y la relación profesor-estudiante.
El MUN, como estrategia pedagógica, promueve una “cultura de pensamiento” al valorar tanto el trabajo individual como el colectivo, y fomenta la curiosidad y el pensamiento crítico. Actividades simples y herramientas accesibles pueden ser utilizadas para hacer visible la comprensión de los estudiantes, lo cual facilita el aprendizaje transversal en diversas disciplinas.
Siguiendo las ideas de Perkins (2017), la implementación de rutinas de pensamiento dentro del aula, a través de preguntas frecuentemente adaptadas a los objetivos de enseñanza, contribuye a un aprendizaje más reflexivo, que estimula la creatividad, la justicia y la búsqueda de la verdad.
En conclusión, la estrategia MUN no solo dinamiza las prácticas de aula, sino que también impulsa al docente a reflexionar sobre su rol como formador. Al involucrar activamente a los estudiantes en la ejecución de las actividades del MUN, estos no solo desarrollan nuevas competencias cognitivas, sino que también comienzan a construir una autoestima real y aprenden a aplicar sus habilidades en su vida cotidiana. Este enfoque fomenta un verdadero aprendizaje a aprender, lo que tiene un impacto duradero en la formación integral de los estudiantes.
Evidencias empíricas: Enseñanza
El estudio de Suárez et al. (2020), titulado “La Enseñanza para la Comprensión (EpC): Ruta para dinamizar los procesos de comprensión lectora en la Escuela Normal Superior de Ubaté”, reflexiona sobre la importancia de la lectura crítica para fortalecer el pensamiento autónomo de los estudiantes. A través de una investigación cualitativa con enfoque hermenéutico y basado en la acción, identificaron que la falta de hábitos de lectura limita la capacidad crítica y autónoma de los estudiantes, por lo que recomiendan cultivar la lectura desde edades tempranas y adaptar las estrategias pedagógicas a las características de los estudiantes.
Por otro lado, Perkins (2019), en su estudio sobre el razonamiento informal de los estudiantes, evidencia que, con una instrucción adecuada, los estudiantes pueden mejorar significativamente su capacidad de razonamiento sobre temas sociales y políticos. Este estudio, basado en experimentos, demuestra que el razonamiento puede desarrollarse más allá de lo que generalmente se consigue con la educación tradicional, lo cual se relaciona directamente con la metodología MUN, que fomenta un aprendizaje motivador y relevante.
En un enfoque similar, Mendoza et al. (2022) proponen que los docentes de pregrado utilicen estrategias metodológicas que respeten los estilos de aprendizaje de los estudiantes para mejorar su rendimiento académico. Los resultados muestran que el estilo teórico predomina y tiene un impacto positivo en el rendimiento académico, lo cual resalta la importancia de que los docentes adapten sus estrategias pedagógicas a las necesidades de los estudiantes, tal como lo promueve el MUN.
Crespo y Weise (2021), a través de un estudio sobre la gestión y liderazgo docente en un colegio ecuatoriano, destacan la relación entre liderazgo transformacional y prosocial y la eficacia pedagógica. Los hallazgos sugieren que un liderazgo comunicativo y colaborativo contribuye significativamente a la gestión del aprendizaje. Este estudio se vincula con la estrategia MUN, que también enfatiza el papel del docente en dinamizar las prácticas pedagógicas y fomentar la participación activa de los estudiantes. Finalmente, Durak (2023) investiga el impacto de los rasgos de personalidad en el éxito académico dentro de un modelo de aula invertida. Su estudio revela que la extraversión es un predictor importante del rendimiento académico, especialmente en mujeres, lo que subraya la importancia de individualizar la enseñanza y fomentar la interacción cooperativa entre los estudiantes, lo cual es congruente con la metodología del Modelo de Naciones Unidas, que centra el aprendizaje en el estudiante y favorece la cooperación grupal.
En los cinco estudios analizados, se destaca la importancia de la enseñanza y la necesidad de implementar metodologías activas, como la Enseñanza para la Comprensión (EpC) y los flipped classrooms (aulas invertidas), que buscan motivar y hacer los procesos educativos más significativos para los estudiantes.
En este contexto, se analiza cómo la enseñanza, guiada por el docente, puede consolidar programaciones y clases que no solo faciliten el aprendizaje, sino que también lo conecten con la vida cotidiana de los estudiantes. Los estudios coinciden en la necesidad de revisar y adaptar los métodos de enseñanza para mejorar el rendimiento académico.
Esta recomendación también es respaldada por el enfoque MUN, que se orienta a ajustar las estrategias de enseñanza a las necesidades, intereses y características de los estudiantes. Según Chiavenato, la gestión pedagógica docente será efectiva si se priorizan la planificación, la ejecución adecuada de los recursos y la evaluación de las estrategias de aprendizaje, tal como se destaca en el estudio sobre flipped classrooms.
En conclusión, todos los estudios enfatizan que los docentes deben ser capaces de diseñar, planificar y ejecutar clases motivadoras y significativas, ajustadas a los intereses y necesidades de los estudiantes, utilizando metodologías activas como el MUN para hacer los procesos de enseñanza-aprendizaje más efectivos, promoviendo la participación activa, la motivación y el desarrollo del pensamiento crítico y reflexivo.
Conclusión
En resumen, el Modelo de Naciones Unidas no solo enriquece la enseñanza, sino que también transforma el aula en un espacio de participación activa.
Además, permite desarrollar habilidades clave como la comunicación, el pensamiento crítico y la negociación. Por otra parte, ofrece una alternativa dinámica frente a métodos tradicionales, motivando tanto a docentes como a estudiantes.
A pesar de algunos desafíos en su implementación, los beneficios son evidentes. Por ello, es fundamental seguir explorando su impacto en los procesos educativos. En la segunda parte de este artículo, se analizará cómo el MUN potencia el aprendizaje significativo y fortalece el desarrollo integral del estudiante.