La esperanza es uno de los rasgos mentales más importantes de la vida. Sin duda, es uno de los rasgos más importantes de las personas positivas.
Las personas esperanzadas son capaces de afrontar incluso los momentos más negativos con una actitud positiva. Y debido a los muchos beneficios para la salud que aporta el optimismo, la esperanza mejora significativamente nuestra salud mental.
La esperanza puede ser un deseo de que algo suceda, un deseo de que las cosas cambien a mejor o un sueño o aspiración particular. Es importante que tengamos esperanza en nuestras vidas, es importante que miremos positivamente hacia nuestro futuro y es un factor de protección importante para ayudarnos a afrontar la ideación potencialmente peligrosa o los pensamientos intrusivos.
¿Qué es la esperanza?
Según el diccionario Merriam-Webster, Esperanza es unasinonimo y se refiere al deseo de que algo suceda, acompañado por la expectativa o creencia de que se cumplirá o tendrá éxito.
Tener esperanza es mirar al futuro de forma positiva, ver oportunidades en los retos (en lugar de retos en las oportunidades), “ver el lado bueno de la vida”.
La esperanza es la capacidad de ver lo bueno posible en los acontecimientos futuros, especialmente cuando esos acontecimientos son potencialmente negativos.
La esperanza no es esperar ciegamente que todo lo positivo caiga en tu regazo, ni esperar evitar mágicamente todo peligro potencial. Esta mentalidad puede llevarnos a autolesionarnos sin querer (por ejemplo, no ir al médico por un dolor en el pecho porque somos ciegamente optimistas de que todo irá bien podría llevarnos a la muerte).
Esta idea de “falsa esperanza” o “esperanza ciega” es la que ha dado mala fama a la esperanza en los últimos años.
La gente suele pensar que las personas esperanzadas son ingenuas, incluso tontas, y que creen que ocurrirán cosas buenas cuando en realidad nunca ocurrirán.
Muchos de mis amigos piensan que soy ingenuo y tonto por dedicar incontables horas a este sitio web con la esperanza de que algún día dé sus frutos.
El talento, la destreza, la habilidad -como quiera llamarlo- no le llevarán hasta allí. Claro que ayuda. Pero una gran cantidad de investigaciones psicológicas realizadas en las últimas décadas muestran alto y claro que son los vehículos psicológicos los que realmente te llevan allí. Puedes tener el mejor motor del mundo, pero si no te molestas en conducirlo, no llegarás a ninguna parte.
Los psicólogos han propuesto muchos vehículos diferentes a lo largo de los años. El valor, la conciencia, la autoeficacia, el optimismo, la pasión, la inspiración, etcétera. Todos son importantes. Sin embargo, hay un vehículo especialmente infravalorado y menospreciado en la psicología y la sociedad. Es la esperanza.
La esperanza suele tener mala fama. Para algunos, evoca imágenes de una persona felizmente ingenua que se apoya contra una pared con una gran sonrisa. Es una lástima. La ciencia de vanguardia demuestra que la esperanza, al menos tal y como la definen los psicólogos, es muy importante.
Teoría de la esperanza
Según 20 años de investigación científica llevada a cabo por el fundador de la psicología positiva, Martin Seligman, la esperanza reduce los sentimientos de impotencia, aumenta la felicidad, reduce el estrés y mejora nuestra calidad de vida.
Obviamente, la esperanza no es un concepto nuevo en psicología. En 1991, el eminente psicólogo positivo Charles R. Snyder.
Snyder era un psicólogo estadounidense especializado en psicología positiva. Recibió reconocimiento internacional por su trabajo en psicología clínica, social, de la personalidad y de la salud. Sus teorías de los años 80 y 90 se refieren a las respuestas humanas a la retroalimentación personal, la necesidad humana de singularidad y el motivo esperanza.
Gracias a su trabajo, se realizaron más estudios que relacionaban el aumento de los niveles de esperanza con el rendimiento académico y deportivo.
Al ayudar a las personas a ser optimistas, adquieren una visión más positiva de la vida. En términos simplificados, esto es en lo que consiste la Teoría de la Esperanza de Snyder.
La esperanza consta tanto de elementos cognitivos como de elementos afectivos. La Teoría de la Esperanza de Snyder incluye metas, caminos y libertad de elección. Según él, hay al menos tres componentes que las personas pueden relacionar con la esperanza, siendo:
1. Es necesario tener pensamientos centrados
2. Hay que desarrollar estrategias de antemano para alcanzar esos objetivos
3. Tiene que estar motivado para hacer el esfuerzo necesario para alcanzar realmente estos objetivos
Cuanto más crea el individuo en su propia capacidad para alcanzar los componentes enumerados anteriormente, mayor será la probabilidad de que desarrolle un sentimiento de esperanza.
Los objetivos son abstractos y mentales. Tienen el poder de guiar el comportamiento humano. Snyder observó que gran parte del comportamiento humano está orientado a objetivos. Los caminos se centran en la capacidad percibida de planificar múltiples rutas. Distinguió que hay otros dos factores importantes que influyen en el movimiento hacia la meta:
El pensamiento de rutas: Se refiere a la capacidad humana de generar diferentes caminos desde el presente hasta el futuro deseado. Se trata de la capacidad cognitiva de producir un camino que conduzca a la meta y de pensar primero en ello.
Pensamiento de agencia: Se refiere al nivel de intención, confianza y capacidad humana para seguir realmente esos diferentes caminos hacia el futuro deseado.
Objetivos
Las propias metas también desempeñan un papel importante en la Teoría de la Esperanza de Snyder. Las metas que son valiosas pero inciertas se describen como los anclajes de la Teoría de la Esperanza de Snyder.
Las metas ofrecen dirección y te guían hacia el destino final. Obviamente, las barreras también pueden desempeñar un papel, ya que pueden dificultar la consecución de los objetivos.
¿Por qué es importante la esperanza?
Bueno, la vida es difícil. Hay muchos obstáculos. No basta con tener objetivos. Uno tiene que seguir acercándose a esos objetivos, en medio de todos los giros inevitables de la vida. La esperanza permite a las personas abordar los problemas con una mentalidad y una estrategia adecuadas para el éxito, aumentando así las posibilidades de alcanzar sus objetivos.
La esperanza no es sólo una emoción que nos hace sentir bien, sino un sistema dinámico de motivación cognitiva. Según esta conceptualización de la esperanza, las emociones siguen a las cogniciones, y no al revés. Las cogniciones relacionadas con la esperanza son importantes. La esperanza conduce a objetivos de aprendizaje, que favorecen el crecimiento y la mejora.
Las personas con objetivos de aprendizaje participan activamente en su aprendizaje, planifican constantemente estrategias para alcanzar sus objetivos y supervisan sus progresos para mantenerse en el buen camino.
Numerosas investigaciones demuestran que los objetivos de aprendizaje están positivamente relacionados con el éxito en una amplia gama de ámbitos de la vida humana, desde los logros académicos a los deportes, las artes, las ciencias o los negocios.
En cambio, quienes carecen de esperanza tienden a adoptar objetivos de dominio. Las personas con objetivos de dominio eligen tareas fáciles que no suponen un reto ni una oportunidad de crecimiento. Cuando fracasan, abandonan.
Las personas con objetivos de dominio actúan con impotencia y sienten una falta de control sobre su entorno. No creen en su capacidad para conseguir el tipo de futuro que desean. No tienen esperanza.
El lado de la esperanza
La ciencia está del lado de la esperanza. Snyder y sus colegas idearon una forma de medir la esperanza, tanto como un rasgo estable de un individuo como un estado en el que se puede estar en cualquier momento. Tanto si se mide como rasgo o como estado, la esperanza está relacionada con resultados positivos.
La esperanza también es algo muy personal y es importante que no midas tus objetivos influenciado por los demás. Tus aspiraciones son personales e importantes para ti.
La desesperanza es un sentimiento de que las cosas no cambiarán ni pueden cambiar y crea la sensación de que no hay solución a un problema, lo que puede aumentar el riesgo de suicidio. Aunque la desesperanza no es la única causa de suicidio, tener esperanza en nuestras vidas puede reducir significativamente el riesgo.
La mayoría de la gente asocia la esperanza con una situación desesperada. La gente tiene esperanza para salir de circunstancias difíciles. A menudo es entonces cuando la gente tiene una esperanza ferviente. Pero la esperanza también puede ser la clave para mejorar la vida cotidiana.
Tener esperanza es desear un resultado que mejore tu vida de alguna manera. No sólo puede ayudar a hacer más llevadera una situación presente difícil, sino que también puede mejorar nuestras vidas porque imaginar un futuro mejor nos motiva a dar los pasos necesarios para hacerlo realidad. Pensemos en ello o no, la esperanza forma parte de la vida de todos. Todo el mundo espera algo. Es algo inherente al ser humano. La esperanza nos ayuda a definir lo que queremos en nuestro futuro y forma parte de la auto-narrativa sobre nuestras vidas que todos tenemos corriendo dentro de nuestras mentes.