No, no está mal escrito el título: simplemente es português. Simplesmente es una bendición visitar tierras portuguesas. Mi país está bañado de ésta cultura, tenemos los mejores panes y los mejores café con leche, las fruterías y las licoreras venezolanas tienen marcado acento portugués.
Las amplias casas con enormes corredores y grandes azulejos de San José en las parcelas de Múcura y Casa Blanca donde tantas veces de niña corrí acompañando a mi madre a trabajar, son de portugueses.
Mi primer trabajo a los 14 años fue cosechando limón bajo un sol inclemente en la parcela del señor Teixeira, un portugués bien alimentado y agradecido de la fértil tierra venezolana. Yo crecí rodeada de portugueses, pero aunque mi sueño nunca fue viajar a éste país, ni mucho menos instalarme a saborear ahora también de su sol inclemente, aquí estoy y lo primero que recuerdo cuando cierro los ojos y me dejo arrullar por la brisa tibia frente al mar es en un cafecito con leche de panadería portuguesa.
El olor a peixe que emanan las casas frente al puerto de pescadores en Fuzeta en Algarve es intenso, tanto que sientes mareos. Hay algarabía e idiomas mezclados. Los ingleses, alemanes y franceses no dejan escapar oportunidades para venir al Sur, bien al sur de Portugal.
Yo estoy en Algarve en la parte este, cerquitica de España y mi acento se hace notar, muchos creen que sencillamente crucé la frontera para comprar lencería fina en La Villa Real de Santo Antonio o “simplemente” vine a pasar unos días diferentes con mi familia española, pero al contar que soy de Venezuela y en realidad vivo en Alemania ya se acarician los brazos en señal de “qué frío, Alemania“ y enseguida sueltan un orgulloso “que bueno que estas aquí, aquí nunca falta el solsinho” y es verdad.
Es la séptima vez que venimos y ésta vez es para quedarnos un tiempo largo, no abandonamos Alemania que a pesar de su frío es la tierra que nos ha dado inmensas oportunidades, sólo estamos evitando las tomas de vitamina D en tiempos de invierno. Es broma. Estamos regalándonos el tiempo de ver correr a nuestros hijos por mar y campo y escogimos ésta tierra que bastantes recuerdos me trae como si ya hubiese vivido aquí antes.
Llegamos en época de granadas y Mangos, de Aguacates y Abóboras, que son las auyamas enormes y amarillas. Las granadas las usan más bien como separadores entre parcelas, el peso de la carga dobla las ramas de los árboles como mujeres cansadas y ofrece sus frutos como manjares servidos. Son unas granadas enormes, de rojo intenso, explotan cuando llueve y manchan de sangre drama las callecitas de los campos. Los mangos crecen bajo techo porque el agua de lluvia los enferma y los aniquila. Los aguacates comienzan a crecer ya, pronto estarán vistiendo de verde la llegada del invierno.
Visitar las playas ya es sólo para los mas valientes a pesar de tener la mejor temperatura el agua para muchos es ya un lujo que no pueden darse, mientras el turismo común retorna a sus países y al norte de Portugal, nosotros desempolvamos las palitas y los tobitos de playa y fotografiamos atardeceres dignos de final de película.
Entre los platos típicos de la zona cuenta “el Polvo”, que es el pulpo. Santa Luzia es la “Capital do Polvo” y venden el pulpo en muchísimas presentaciones, la ensalada es la más común. Confieso que mi plato favorito es el Bacalao, como sea que lo preparen siempre sabe a gloria.
Los dulces son un tema que merecen la pena un libro aparte, no hay dulcería, café, Restaurant o Kiosco que no venda los populares pastes de nata, originales de Lisboa y extendidos a todo el país. Las tardes siempre se acompañan de un Galáo y un Folhado de queijo cabra com mel e nozes. ¿Se entiende verdad? Se entiende, se desea y se requiere.
Llegamos apenas hace dos semanas y aunque perdimos el primer avión que nos traería el 5 de Octubre, no perdimos ni la ilusión ni las ganas. El vuelo mas próximo era el viernes 9 de octubre, llegamos acelerados queriendo abarcarlo todo, soltando maletas, abriendo cajas, limpiando baños nosotros. Jugando y correteando, los niños.
Estamos trabajando mucho en adaptarnos rápido a tantos cambios, porque a pesar de que la estadía no es para siempre (nada lo es en la vida, pero así dicen) queremos aprovechar al máximo nuestra estadía en la tierra lusa. Ya celebramos en tan poquito tiempo dos cumpleaños de nuestra pequeña tribu y ahora se acercan las navidades. Esperamos adoptar alguna costumbre y cocinar algún platillo típico.
Nuestro vecino, quien por cierto siempre viene por el patio de la casa cargando una cesta de frutas: chirimoyas, granadas, higos y mangos, nos orientará en las costumbres de éstas tierras.Tengo mucha ilusión de convivir entre acentos de ésta región.
Recuerdo cuando era pequeña, que nunca les entendía a los Portugueses de Múcura cuando hablaban, me parecían hombres muy extraños que trabajaban, sólo trabajaban y que comían. No puedo evitarlo, pienso mucho en la frase “la vida da tantas vueltas” y termino viendo en las señoras españolas que cruzan la frontera a las madres de mis amigos hijos de isleños. Veo en éstos portugueses trabajadores a los padres de mis amigos y conocidos y me imagino al portugués del abasto de la esquina de mi casa, cerrar los ojos tras los barrotes que lo protegen y suspirar pensando en su amada tierra que seguramente no visita desde 1960.
A mí se me arruga el corazón de pensarlo, de imaginármelo en cualquiera de éstas calles hace tantos años dentro de alguna de éstas casas haciendo una maleta si acaso y embarcados a África, adonde se fueron muchos, o a Venezuela adónde se fueron otros. Espero en mi estadía aquí poder visitar Madeira que es la isla que sé que más de uno extraña.