No importa en que siglo estemos o los avances tecnológicos que tengamos, año tras año millones de personas (mujeres, hombres, niñas y niños) son forzadas a abandonar sus hogares para escapar de conflictos y persecuciones.
Con frecuencia, quienes no tienen más opción que abandonar su hogar para escapar de conflictos y persecuciones deben dejar todo atrás y emprender peligrosas travesías en busca de protección.
Es por un motivo tan horrible como el expliado anteriornmente que se creo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El trasfondo
Después de que la Segunda Guerra Mundial llegara a su fin (1939 y 1945), el mundo quedo nuevamente patas arriba. Entonces, se creó La Administración de Socorro y Rehabilitación de las Naciones Unidas (United Nations Relief and Rehabilitation Administration).
Poco tiempo después, se crea la Organización Internacional de los Refugiados (International Refugee Organization) como agencia especializada, en funciones desde 1946 hasta 1952.
En Diciembre de 1950 se fundó el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.
Tan solo un mes después inició sus funciones el 1 de enero de 1951. Su primer trabajo puntual era el de ayudar a reasentar a más de un millón de refugiados europeos que aún se encontraban sin hogar como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
En 1951 se adoptó la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados qué establece diversas obligaciones de los Estados contratantes respecto a los derechos de los refugiados y reconoce al ACNUR como órgano encargado de “velar por la aplicación de las convenciones internacionales que aseguran la protección a los refugiados”.
Funciones
La misión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es ayudar a toda persona que sea refugiado. Ellos deben garantizar que “todas las personas tenga derecho a buscar asilo y encontrar un refugio seguro en otro Estado, con la opción de regresar eventualmente a su hogar, integrarse o reasentarse”.
Este derecho permite satisfacer necesidades básicas, como el acceso a una vivienda digna, una alimentación adecuada, agua potable, entre otros derechos inherentes a la persona que deberían de ser garantizados en los Estados de origen, pero se ven limitados por diversos problemas o conflictos como la guerra, la violencia, la persecución, así como problemas familiares irreconciliables.
Trabajan de manera constante para poder construir mejores futuros y oportunidades de vida para millones de personas que son forzadas a abandonar su hogar de residencia.
Una de las funciones de vital importancia es la de protección. Trata sobre garantizar el acceso igualitario de los refugiados a los diversos derechos de que gozan.
Otra función es el alojamiento de emergencia en casos de emergencias humanitarias en las que debe garantizarse la supervivencia durante las crisis o el desplazamiento. El ACNUR brinda carpas, láminas de plástico, entre otros recursos materiales que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte de quienes se desplazan.
Por otro lado, mientras el alojamiento de emergencia es una solución a corto plazo, existe otra función denominada “soluciones duraderas” que consiste principalmente en otorgar asistencia legal y educación para que los refugiados al regresar a su país de origen, puedan incorporarse e integrarse a la vida en comunidad con dignidad y un sentimiento de paz.
En casos de emergencia, Acnur busca responder de manera inmediata al momento del acontecimiento.
ACNUR brinda asistencia vital y protección en situaciones de emergencia. Ellos también luchan por mejores sistemas y leyes de asilo para que las personas desplazadas puedan acceder a sus derechos.
Asimismo, se esfuerza por garantizar que las personas apátridas obtengan una nacionalidad, lo que les permite tener acceso a derechos fundamentales, como la educación y la atención médica.
Para mantenerles a salvo, se brinda asistencia y protección, lo que incluye albergue, acceso a agua limpia, alimentos, atención médica y ayuda para la reunificación familiar.
Su labor se centra en garantizar que las personas refugiadas reciban protección y que no sean devueltas al sitio en el que corren peligro.
La triste verdad es que las personas forzadas a huir no deben ser deportadas ni devueltas a contextos en los que peligran su vida y su libertad. Este es el principio de no devolución, que está consagrado en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951.
Cuando ACNUR supone que habrá personas que huyen cruzando la frontera, sus equipos se hacen presentes. No importa el horario, ni el tipo de terreno.
Pero, para que la ayuda sea eficaz también se lleva a cabo un monitoreo gubernamental. La idea es saber si los gobiernos o los grupos armados impiden que las personas refugiadas ingresen a zonas seguras.
Acentuando el problema
El número de personas que son objeto de preocupación ha aumentado considerablemente desde sus inicios. Paralelamente el problema del desplazamiento forzado también ha incrementado.
Al menos 108,4 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas hay 35,3 millones de personas refugiadas, de los cuales alrededor del 41 % menores de 18 años.
También hay millones de personas apátridas a quienes se les ha negado una nacionalidad y acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de movimiento.
En un momento en el cual 1 de cada 74 personas en el mundo se vio obligado a huir de sus hogares como resultado de los conflictos y la persecución, nuestro trabajo en ACNUR es ahora más importante que nunca.
A finales de 2019, las personas desplazadas en el mundo ascendían a 79,5 millones. Las nacionalidades de origen de la mayor parte de los refugiados o desplazados son Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar.
La situación en Afganistán es triste, prolongada y terrible. En Afganistán residen 24 millones de personas, y 5,7 millones de afganos requieren apoyo en cinco países vecinos.
Por otro lado, la crisis humanitaria en Ucrania es enorme. Los equipos de ACNUR están trabajando en Ucrania, en los países vecinos, y donde sea necesario para proteger y asistir a las personas que han sido forzadas a huir.
Para tener un poco de contexto, es importante que tengamos en cuenta que más de 7,7 millones de personas han salido de Venezuela buscando protección y una vida mejor. La mayoría se han ido a distintos países de América Latina y el Caribe.
Albergues
Los albergues de emergencia son una solución que salva vidas. En las zonas urbanas, muchos refugiados comparten alojamiento o viven en edificios públicos no funcionales. En la mayoría de la ocaciones, las condiciones no son las adecuadas y s a menudo son deficientes. En entornos rurales, brindar protección y asistencia humanitaria a través de los campamentos de refugiados es común.
Más de 6,6 millones de personas refugiadas viven en campamentos. Si bien los campamentos pueden ser prácticos, particularmente durante las emergencias, también provoca una serie de problemas, que incluyen la dependencia de la asistencia y el aislamiento.
Todo hay que decirlo y en este tema ACNUR y la comunidad humanitaria no están a favor de crear campamentos. El motivo es que aunque proporcionan una solución temporal no es propicio para una vida estable.
Los campamentos protegen el medio ambiente y ayudan a prevenir incendios y brotes de enfermedades. En un campamento las personas desplazadas no tienen que caminar demasiado para obtener comida, agua o atención médica. Los puntos de agua y las letrinas están bien iluminados y cerca de las casas para que las niñas y mujeres, especialmente, no estén expuestas al peligro.
Cuando una persona es forzada a abandonar su hogar, huye apenas con lo indispensable. Al mismo tiempo, le es muy complicado obtener ingresos e invertirlos en el proceso.
La piedra angular
La protección es lo más importante para ACNUR.
Cuando las personas son forzadas a huir, en muchas ocaciones, su desplazamiento se debe a que ya no pueden confiar en que su gobierno las proteja. Y, es que la privación de los derechos fundamentales no se da únicamente en el país de origen, sino que también se sufre al buscar protección.
Suena absurdo pero a millones de personas en todo el mundo se les niega una nacionalidad. Este simple hecho hace que los menores de edad no puedan ser educados, tener atención médica, trabajar, una cuenta bancaria o casarse.
Un punto importante es el que hacer referencia a quienes solicitan asilo. Se estima que cerca de 1 millón de personas solicitan asilo de forma individual cada año.
El asilo político se concede a una persona desterrada o que ha huido de su país por motivos políticos. Un ejemplo perfecto fue el caso de los refugiados españoles que huyeron tras la Guerra Civil.
Para muchos de los millones personas que se han visto obligadas a huir, el regreso a casa concluye un tiempo a menudo traumático en el exilio. Puede pasar meses, años o incluso décadas después de que tuvieran que huir, y en ocasiones no llega a suceder del todo.
A lo largo de los años, ACNUR ha ayudado a millones de personas desplazadas. En noches frías pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte.