En el viento quemado, los murales se enroscan con resplandor, pintados por las hierbas ardientes.
Las casas tienen balcones abiertos en el casco antiguo en las amplias plazas.
En el amplio rectángulo desierto hay bancos de piedras y árboles que dibujan sus sombras negras como el azabache sobre la arena blanca.
El verano pone su color tranquilo sobre todas sus hojas y el viento se agita una vez más. Y, te haces un espacio cerca, tan cerca, eres como las notas musicales, como la guitarra en la noche o las teclas del piano cerca a una copa de vino tinto.
oh, el viento se agita
oh, el viento se agita
oh, el viento se agita
oh, el viento se agita
Y cuando el viento se agita hay que volver a nacer, a empezar. Muchos diran que hay que volver a la realidad pero no es cierto. SSolamente hay que dejarse tcoar por el viento que quema y la luz que lo acompaña.
Siempre, sin duda, las cosas y momentos más hermoso, ocurren cuando están por acabar.
La arena da luz a la playa, un océano tranquilo vacío es el polvo que arrastra a otro lugar. Entiendo que existe una seducción que brota por la ondulación del fuego.
El horizonte se ve lo más lejos del sol, y por la noche el cielo se ve con millones de estrellas.
Y, a lo lejos se ve la tierra y la luz brilla sobre ella.
La luz brilla sobre ella.
La luz brilla sobre ella.
La luz brilla sobre ella y poco a poco se desvanece minetras que en el mediterráneo las olas rompen sin parar. Y como siempre, la luz brilla sobre ella y las olas están rompiendo.
La luz brilla sobre ella y las olas rompen.
La luz brilla sobre ella y las olas rompen.
Y el viento que quema tiene un ruido propio y particular. sueno a mi alrededor, me acompaña en cada momentoy con cada movimiento. Es como si quisera llevarme lejos.
La luz brilla sobre ella y las olas están rompiendo.
La luz brilla sobre ella y las olas rompen.
Ahora sé que esta luz que brilla tan eterna y tan efímera, solo para mí, o eso quiero creer es quien alumbra mis noches y largos sueños.
El viento que quema va de la mano del cielo y el alma vuida.
Pude contemplar la página del cielo, podría escuchar el temblor de las raíces, y discutir con el suelo, podría hablar con la brisa. Pude estar cerca a esa luz que brilla de manera tan eterna y tan efímera y que alumbra mis noches y largos sueños. Todo esto gracias al viento que quema.